24 febrero, 2011

¿Qué son y adónde van los nuevos medios de comunicación?

En reiteradas oportunidades hemos llamado la atención sobre la necesidad de que la gestión cultural se involucre de lleno en el debate (y la práctica) de los nuevos medios de comunicación que emergen a partir de Internet. “Desde cualquier lugar y en todo momento parecen ser las condiciones constitutivas de los procesos comunicacionales de nuestro tiempo. Acelerando vertiginosamente, nos parece, los intercambios simbólicos entre personas y organizaciones; y las múltiples influencias culturales que esto supone. Decíamos en una nota titulada Nuevo periodismo y gestión cultural.”
Hablando de los públicos culturales en la era de Internet agregábamos: “La aparición de un nuevo medio de comunicación ha cambiado siempre los modos, no solo de los medios que le precedían, sino de la cultura misma sobre la que interactúan viejas y nuevas herramientas de comunicación.
Internet maximiza esta regla porque conlleva en sí misma la expansión de todo lo conocido. Gestión cultural que no lea adecuadamente estos cambios está destinada a desaparecer; en esto coincidimos. Pero la implantación de las nuevas tecnologías no es igual en todo tiempo y espacio; hay un mientras tanto diferente para cada lugar donde el valor del folleto puede ser diferente al descripto. No se trata del sentido del cambio sino su ritmo.
Hace unos días, el diario La Nación de Buenos Aires entrevistaba a Leo Laporte, verdadero showman de la convergencia entre radio e Internet. Veamos lo que dice este emprendedor norteamericano:
“…lo interesante es que al hacer tu podcast (programa de radio para Internet – N de la R) no sos la voz de una corporación o del que tiene dinero, podes hacerlo sin demasiada estructura. Prácticamente cualquier persona puede tener un podcast y si llegás a la gente vas a tener una voz salteándote a enormes como CNN. “(…) “…un diario de papel tiene una relación con Internet distinta a la de un medio nativo on line. No podés ser la próxima gran cosa si sos la última gran cosa. Sólo lo podes hacer si no tenés nada que perder y esa capacidad emprendedora se pierde cada vez más rápido. La innovación se detiene: le tomó 30 años a IBM, 20 años a Microsoft y 10 años a Google. De hecho se golpean contra la pared y no pueden ser la próxima cosa, Google está intentando evitarlo tratando de no ser una sola compañía sino ser varias pequeñas para mantener el espíritu emprendedor por eso es que hay muchos lanzamientos de cosas interesantes de ellos el mismo día.” (…) “Yo acá en Buenos Aires veo disquerías y en un año no creo que estén más. Me parece que en eso quizás están un par de años atrás pero en otros casos ustedes están más adelantados tecnológicamente porque, por ejemplo, tienen mayor penetración de celulares que en Estados Unidos. Creo que es un tema de tiempo para que el soporte on line sea aún más fuerte. Creo que Internet cambia todo porque es abierta y todo el mundo puede hacer contenido con muy poco costo.” (…) “Creo que nosotros estamos cambiando el mundo de a poco pero lo estamos cambiando, todos los que trabajamos en tecnología vamos a cambiar el mundo, es una revolución silenciosa. Porque mucha gente en San Francisco trabaja en tecnología porque quiere hacerse rica pero creo que la mayoría lo hace para cambiar el mundo. No creo que Mark Zuckerberg haya hecho Facebook para hacerse rico. Mark Zuckerberg cambió el mundo, de una manera rara que a muchos no les puede interesar, pero lo hizo y eso es mucho más que dinero (…) La Red es como el agua, no podés pararla.”
El testimonio incluye algunas reflexiones sobre la práctica misma de la actividad emprendedora que vale la pena leer. Pero desde el punto de vista de la evolución probable de los medios digitales hemos extraído lo sustancial. Ahora bien ¿Qué es un podcast? Podcastellano dice:
“Según la Wikipedia, podcasting consiste en crear archivos de sonido (generalmente en MP3 u OGG) y poder subscribirse mediante un archivo RSS de manera que permita que un programa lo descargue para que el usuario lo escuche en el momento que quiera, generalmente en un reproductor portátil. También se señala que se asemeja a una suscripción a una revista hablada en la que recibimos los programas a través de Internet. Las principales ventajas del podcasting frente a la simple colocación de archivos de sonido en una página web es la sindicación, es decir, la posibilidad de que un programa o un servicio web recuerde visitar cada cierto tiempo las fuentes y comprobar si hay archivos nuevos que descargarse para escuchar. Frente al streaming, o retransmisión de sonido mediante Internet, el podcasting ofrece independencia, movilidad y libertad de horario. Es decir, se puede oir en cualquier dispositivo portátil que reproduzca MP3 (o el formato elegido), en cualquier lugar, sin limitaciones de cobertura o conexión a la Red, y en cualquier momento, ya que está grabado.”
El portal en español Ivoox hace, en su sección preguntas frecuentes, algunas consideraciones interesantes sobre el funcionamiento del sistema:
“ iVoox es un kiosco para escuchar, una plataforma donde poder reproducir, descargar y compartir audios de todo tipo de temáticas (historia, deportes, humor, …), y géneros (programas de radio, podcasts, audiolibros, conferencias, …). Una plataforma web de publicación y suscripción social de podcasts, y una comunidad de oyentes donde recomendar y descubrir nuevos audios, programas y podcasts. Está operativa en beta desde mediados de Noviembre de 2008.” (…) iVoox NO es un disco duro virtual para el intercambio de discografías musicales, ni un espacio para los contenidos pornográficos, injuriosos, insustanciales, ni aquellos que vulneren las leyes de protección de menores.”
El mundo de la creación, distribución y consumo de contenidos está cambiando vertiginosamente delante de nuestras narices y no siempre lo vemos. Es cierto, como se ha dicho, que hay ritmos diversos en tiempos y espacios diversos. No estamos seguros de que en dos años desaparezcan las disquerías de Buenos Aires. Pero, matizadas por ritmos diversos creo que pueden distinguirse claramente algunas tendencias:

1- Los cambios tecnológicos en el mundo de las comunicaciones son una ideología en sí; tienen un programa que, como sostiene Laporte, en un extremo pretende cambiar el mundo. Esto está teniendo un fuerte impacto político y cultural tal como se ha discutido en torno a la revuelta egipcia. Pero además tendrá un alto impacto hacia el interior de las organizaciones e instituciones sociales aunque probablemente sea más difícil verlo.

2- Los nuevos medios son plataformas para crear, distribuir, compartir y recomendar socialmente contenidos de los más diversos tipos. Los casos más exitosos de este modelo (Facebook, Google, Twitter) son empresas comerciales. Los medios tradicionales, aun los que se digitalizaron exitosamente no han logrado su masividad, aunque esto no significa que vayan a desaparecer. Sí que van a estar expuestos a la expresión de una crítica social que no van a poder controlar; es probable que sus márgenes de fijar agenda se vayan diluyendo.

3- Los protagonistas de estos nuevos medios son personas que logran una cierta masa crítica – sea en talento personal, en equipos de trabajo, en prestigio en suma. La persistencia en el tiempo de estos personajes – Laporte, por caso – está todavía por verse. La motivación económica no sería, se dice, el principal motor de esos talentos. Pero la economía del fenómeno va a condicionar su desarrollo, aun de quienes quieren, simplemente, cambiar el mundo.

4- Estas nuevas plataformas mediáticas van hacia la confluencia de soportes, lenguajes, géneros y estéticas; todo va al multimedia. La comunidad de usuarios y consumidores lo es también de formatos. Y, quizás más lentamente, de culturas.

La gestión cultural tiene ante sí una enorme oportunidad y, nos parece, ninguna amenaza. Se trata de seguir relevando el fenómeno y proyectarlo en sus sentidos más participativos y democráticos. Nuestra experticia en diversidad cultural quizás sea nuestro principal activo. Sólo se trata de ponerlo en escena.

23 febrero, 2011

Indicadores del cine en la Argentina

Una nota reproducida por el boletín Punto Panorámico detalla algunos indicadores de la industria cinematográfica argentina. Se dice allí:
Según cifras de la consultora Ultracine, durante el año 2010 el mercado cinematográfico argentino contó con 38 millones de espectadores (un crecimiento del 15% respecto de los 33 millones de 2009), mientras que la recaudación total pegó un salto del 43% al pasar de los 472 millones de pesos de 2009 a 675 millones en 2010, producto en buena parte del alza del costo promedio de la entrada y la explosión de las salas 3D, cuyos tickets tienen un precio más alto.

La cantidad de público que fue al cine en 2010 lo posiciona como el segundo mejor año de los últimos tiempos, por detrás de los 42 millones de cinéfilos de la temporada récord de 2004. Cabe resaltar que las salas 3D significaron el 18% del público total y el 26% de los ingresos del mercado, una tendencia que irá en aumento durante 2011. En cuanto a los títulos, “Toy Story 3” superó los 3 millones de tickets vendidos, seguido por “Avatar” y “Shrek para siempre” que superaron los 2 millones, mientras que “Alicia en el país de las maravillas”, “Eclipse”, “El Origen” y “Harry Potter y las reliquias de la muerte (parte 1)” superaron el millón de espectadores. Entre estos 7 títulos, se quedaron con el 36,5% de la taquilla nacional. Las películas nacionales perdieron casi dos millones de espectadores respecto de 2009 (de 5,3 millones a 3,4 millones) y la cuota de mercado cayó del 16 al 9 %, despuntando el film “El secreto de sus ojos” que vendió casi 2,5 millones de entradas. Sólo 17 de los más de 100 estrenos nacionales que se registraron en 2010 superaron los 10.000 espectadores, con cuatro éxitos: “Igualita a mí” (835.000), “Carancho” (620.000), “Dos hermanos” (465.000) y “Gaturro” (415.000).
Llama la atención que en un mercado cinéfilo tan amplio como el argentino nuestras películas no tengan una repercusión mayor. La pérdida de dos millones de espectadores y la caída de siete puntos en la cuota de mercado son un fracaso difícil de esconder.
Sobre todo si se tiene en cuenta el aporte de espectadores realizada por "El secreto de sus ojos", película nacional ganadora de un Oscar. Lo peor del caso es que no vemos que esto sea motivo de debate en nuestros círculos culturales.

18 febrero, 2011

El espejo de Egipto: el lugar de Google

Sobre una nota anterior – El espejo de Egipto: desafíos culturales convergentes – recibimos un comentario de uno de nuestros habituales lectores. Se decía allí:
También creo que debemos analizar haciendo el esfuerzo de hacerlo desde el otro, porque podemos incurrir en el error conceptual de definir cuestiones que histórica y culturalmente son distintas… Porque es evidentemente distinto el concepto de democracia para un norteamericano, que para u haitiano o un egipcio.”
Tiene razón nuestro lector, no podemos opinar a la distancia sobre un fenómeno tan complejo como la rebelión popular que terminó con un régimen político con treinta años de anquilosamiento. De allí que utilicemos, desde el título, la figura del espejo para dejar claro que estamos hablando del reflejo que de la situación en el mundo árabe hacen los medios globales de comunicación.

Aunque, por cierto, Internet también brinda la posibilidad de acceder a la mirada de expertos que, como la española Amparo Tortosa, también llaman la atención sobre la emergencia del valor democracia entre los árabes: 
“Nadie puede seguir especulando a estas alturas que un islamismo oxidado o Al Qaeda están organizando entre bambalinas una revolución en los países árabes. Las manifestaciones son de carácter pacífico, desideologizadas, interclasistas, intergeneracionales, seculares y además introducen un elemento novedoso que es la utilización de los medios digitales. Ni tan siquiera claman contra Occidente o Israel, pues giran entorno a las dos reinvindicaciones más básicas que pueden hacer digno a un pueblo y a su sistema de organización social: mejoras de vida y unas libertades públicas plasmadas a través de un sistema político democrático.”
Hace ya tiempo hemos sostenido – en una ponencia accesible desde este blog – que nuestra mirada sobre Internet se propone “… un recorrido del fenómeno de las TICs desde la gestión cultural apelando a la metáfora de la luz y la sombra para tratar de captar la integralidad del fenómeno. Apelando en consecuencia a un estilo de gestión cultural más abierto a aquellos aspectos que por menos espectaculares no suelen ser parte de las agendas de las administraciones culturales.” 

Los medios globales tienen tanta luz como sombra pero también abren la posibilidad de acceder a niveles de información que eran impensables para la ciudadanía hasta hace un par de décadas. Y eso es, en sí mismo, un gran avance para la cultura humana.

También debemos aclarar que Google, Facebook , Twitter y otros similares constituyen medios de comunicación muy distintos de los tradicionales: no crean contenidos, solo una plataforma para que la gente se exprese sin importarle qué expresa la gente. Su negocio es la expresión y no el contenido; recurren a una idea que tiene ya tres décadas: hágalo usted mismo, según la formula acuñada por Alvin Tofler.

Las empresas siempre tuvieron un roll político, me parece que esto no está en discusión, ni requiere de mayor justificación. Pero en estas plataformas el roll político es clave, casi constitutivo de su foco de negocios. Esto ha sido muy claro en el lugar que ocupó Google en la crisis egipcia.

Tan así que uno de sus gerentes se convirtió en una suerte de líder popular al decir de la propia empresa
"Estamos muy, muy orgullosos de lo que Wael Ghonim ha sido capaz de hacer en Egipto", dijo Schmidt en el Congreso Mundial de la Telefonía Móvil que se celebra en Barcelona. (…)"En Egipto fueron capaces de utilizar toda un amplio panorama de tecnologías, que incluyó a Facebook, Twitter y otros instrumentos para expresar la voz del pueblo, y eso es un buen ejemplo de transparencia. Les deseamos lo mejor. He hablado con él. Estamos muy, muy orgullosos de lo que ha hecho", (…) Ghonim, responsable de marketing de Google para Oriente Medio y el Norte de Africa, creó una página en Facebook que influyó en la organización de la revuelta, que finalizó con la salida del poder del presidente egipcio Hosni Mubarak. El joven ejecutivo de 30 años también apareció en una emotiva entrevista televisiva, poco después de ser liberado por la policía tras 12 días de detención, reimpulsando la protesta justo cuando ésta parecía estar languideciendo.”
La revolución – en la mirada de Google – ya no baja de la selva ni está encabezada por míticos guerrilleros sino por un prosaico gerente de marketing de una plataforma de alcance global. No sé si Lenin hubiera reivindicado un protagonismo tan fuerte para los periódicos bolcheviques en la revolución rusa.

Tan claro es el ejemplo que el gobierno dictatorial encarcela al joven gerente de marketing pero debe liberarlo ante la presión internacional.

Pero Google también vive otras situaciones. Brasil fue campeón mundial de la censura en Google, titula el diario Clarín de Buenos Aires comentando un informe del Centro Knight y el Comité de Protección a los Periodistas (CPJ). Se dice allí: 
“… el célebre buscador fue obligado por las autoridades judiciales brasileñas a retirar 398 notas, el doble que en Libia segundo país de la lista. El grueso de esas exigencias se verifico durante el periodo de la carrera presidencial, entre junio y fines de octubre, cuando los partidos políticos tanto oficialistas como opositores accionaron la justicia electoral para demandar la retirada de circulación de informaciones.”
No es lo mismo acatar una medida judicial que resistir el encarcelamiento de su gerente de marketing, eso está claro. Pero el acento puesto por la empresa en una y otra situación no ha sido el mismo ¿Será que la política consiste en cumplir restricciones autoimpuestas?

Detrás del lugar de los medios – los tradicionales y los novísimos – está la situación sociocultural que vive el orden global.

Una nota firmada por Rosendo Fraga en el diario La Nación llama la atención sobre la enorme cantidad de jóvenes que, en el mundo, no trabajan ni estudian: 
“El segmento de los jóvenes inactivos es crucial, porque implica que se está generando una población totalmente fuera del sistema laboral y educativo. (…) Pero cabe reiterar que es un fenómeno mundial. Como se dijo, está en esta situación el 20% de los jóvenes argentinos; el 25% de los egipcios; el 50% de los que habitan la Franja de Gaza; el 16% de los italianos; y el 15% de los españoles. Se trata de un fenómeno social globalizado que está detrás de conflictos tan diversos como la rebelión en Egipto y el debate sobre la baja de la edad para la imputabilidad penal en la Argentina.”
Luces y sombras de un tiempo fascinante tan cargado de oportunidades como de amenazas. Y reflejados por un sistema global de significación capaz de inventar sus propias místicas revolucionarias.

17 febrero, 2011

Programa de Gestión Cultural de la Universidad de Barcelona enlaza nuestro blog

Cultural UB es un blog que se define como “Espacio de debate del Programa de Gestión Cultural de la Universidad de Barcelona”.
Estos amigos y amigas de Barcelona han decido enlazar nuestro blog lo cual, desde ya, agradecemos y responderemos con la reciprocidad habitual en los espacios virtuales.
Pero además lo enlazamos porque su contenido es muy interesante para quienes nos dedicamos a la gestión cultural. En particular si creemos que la geografía humana que utiliza el español como lengua común merece encontrase y conocerse desde sus particularidades.
Cultural Ub ofrece tanto artículos en catalán como en español. La portada del día de la fecha incluye tres artículos dedicados a México, Chile y Buenos Aires además de aquellos referidos a su propio espacio cultural.
Especial atención merece el espacio Cultural Box que ofrece videos sobre gestión cultural en diferentes idiomas. Vale la recorrer este blog.

05 febrero, 2011

El espejo de Egipto: desafíos culturales convergentes


Finalmente el choque de civilizaciones no ocurrió. Como tampoco había finalizado la historia con la implosión del pacto de Varsovia. Ni Estados Unidos podía sostener su pretensión de superpotencia única y absoluta.
La agitación que vive hoy Egipto y otros países árabes, las modestas explosiones europeas - Grecia, Francia, Italia - y las sucesivas revoluciones informáticas así como la pertinacia políticamente conservadora del partido comunista chino plantean escenarios muy distintos de aquellos que se previeron en el último fin de siglo occidental.
Esta segunda década de nuestro siglo 21 parece responder mejor a Tofler que a Huntington.
Las bases materiales de la cultura humana se reparten caoticamente en las tres olas que describió aquel autor: la agraria, la industrial y la pos industrial también llamada del conocimiento por otros autores.
Aunque parezca obvio, la humanidad necesita de esos tres soportes para asegurar su continuidad. Y si bien la convivencia entre los bloques históricos interesados en cada ola es conflictiva nada hace suponer el triunfo de unos sobre otros sino mas bien su yuxtaposición en bloques de complejidad creciente.
Un solo ejemplo: las semillas destinadas a la agricultura fundan su valor agregado en el conocimiento y su puesta en el mercado en sofisticados sistemas de marketing y logística mas propios de la era industrial.
Cada bloque histórico juega sus fichas en la mesa del poder mundial con las armas fácticas que cada situación le otorgan.
Y lo hacen con el menor escrúpulo posible tal como ocurre desde los tiempos históricos.
Se conspira, se presiona y se negocian intereses con, casi, la misma obstinación que describió Maquiavelo.
En el plano material hay poco espacio para la ilusión: el poder fuerza los límites de lo humano tanto como puede. Y todavía puede demasiado. 
Pero además de base material la humanidad es esencialmente horizonte simbólico.
Un horizonte simbólico cuya construcción acumula historicidades milenarias sintetizadas desde hace un siglo por un actor que en sus orígenes parecía de reparto: las industrias culturales y sus naves insignia, los sistemas masivos de comunicación - radio, cine, televisión, internet.
Ellos han instalado en el imaginario humano dos elementos culturales trascendentes: el capitalismo y la democracia y los estilos cotidianos que idealmente se les asocian.
Capitalismo y democracia son presentados como los supuestos básicos de lo humano mismo sin importar demasiado qué cosas signifiquen el uno y la otra. O aún más: asignándoles significados no solo diversos sino francamente contradictorios.
Frecuentemente se los presenta como los peores valores existentes si se exceptúa todo lo demás. Trascendencia insuperada de la cultura tal y como ella es hoy.
Entre la base material de cada cual y ese horizonte simbólico implantado en el living de cada hogar vamos, los humanos, construyendo el camino hacia una humanidad definitivamente planetaria.
Pero visto que las bases materiales y los horizontes simbólicos tienen la precariedad de lo humano aquí y ahora el camino resulta inevitablemente sinuoso y desprovisto de toda certeza.
Según los medios -otra vez su preeminencia- los egipcios arriesgan su vida por libertad y trabajo pero  ninguna garantía tienen de que el régimen que emerja de la crisis pueda asegurarlos.
Es mas, no falta analistas mediatizados que alerten sobre el riesgo de una involución medieval de la sociedad egipcia y, naturalmente, de una parte significativa del mundo árabe.
El común de los mortales poco o nada sabemos de cómo impactará todo esto en el explosivo equilibrio del Islam y el mundo árabe. Tampoco de cómo serán afectados los intereses estratégicos de occidente.
Será la antesala de un vasto movimiento participativo y contradictorio o el inicio de una renovada experiencia autoritaria. O, lo mas probable, la apertura de una crisis estructural en la identidad cultural del mundo árabe.
Conclusiones apenas informadas por una pedagogía nacida de las pantallas de nuestro televisores, computadoras y celulares.
Simplificando puede decirse que la escuela de Frankfurt había previsto esta preeminencia de la cultura de masas sobre la cultura académica o mas refinada.
Pero, en los hechos, perdió la batalla discursiva. Entre otros aspectos porque la cultura de masas resultó más dinámica y flexible que la cultura académica.
Apocalíptica e integrada, diría Umberto Eco, la cultura de masas llevó el arte y el conocimiento - devaluados hasta cierto punto, es cierto - a casi todos los rincones  de la experiencia humana.
Sabemos de Egipto solo aquello que narran los sistemas globales de significación.
¿Pero acaso la enciclopedia británica era más veraz que la CNN? Ni una ni otra pueden asegurarnos que lo que ocurre en Egipto coincide con su relato.
De lo que podemos, casi, estar seguros es que no será la última revuelta que transcurra por fuera de los canales institucionales del estado, esa creación inconclusa de la modernidad.
La diferencia estriba en que la modernidad era un horizonte simbólico cerrado, previsible hasta en sus atrocidades.
En cambio los de hoy - ya se ha dicho - son tiempos de incertidumbre aunque paradójicamente menos crueles.
Los cientos de muertos de la revuelta egipcia son una tragedia para cada víctima y su entorno. Para ellos cada muerto es todos los muertos.
Pero en perspectiva histórica son irrelevantes ante los horrores de la modernidad. Baste mencionar la guerra civil española, el holocausto o los treinta mil desaparecidos de la ultima dictadura argentina.
Claro que, como los de Vietnam, los muertos egipcios están televisados al living hogareño. Significados por la industria cultural: los humanos toleramos mejor la muerte que el espectáculo mortuorio.
El régimen de Mubarak pretendió, apagón tecnológico mediante, detener la historia de su caída deteniendo el relato que de ella hacia la industria cultural.
Tarde. La historia posmoderna esta sobredeterminada por su relato pero ocurre en un territorio concreto, con sus proyectos y complicidades.
Un horizonte simbólico alimentado por los mass media, es cierto. Pero también sustentado en pactos territoriales que amalgaman intereses y símbolos otros que se constituyen en socios inestables de una negociación perpetua.
Global y local a un tiempo la experiencia humana oscila entre polos materiales y simbólicos todo el tiempo.
La modernidad construyó los escenarios privilegiados para ese transcurso: las ciudades. Allí, y casi excluyentemente allí, se construye la historia humana. Frenéticamente en los excepcionales períodos revolucionarios, sutilmente en los espacios mas grises de la cotidianeidad.
Pareciera - es nuestra tesis - que las ciudades son, lo sepan o no, glocales: su cotidianeidad está anclada en el territorio y su sustentabilidad en la capacidad de acceso a los sistema globales de significación.
Esos que hoy alimentan la ilusión capitalista y democrática de las clases medias urbanas.
Los sistemas globales de significación se expresan a través de las industrias culturales. Son las industrias culturales pero también otra cosa: redes institucionales prestigiosas y con la capacidad de subrayar espacios crecientes de la agenda publica global. También allí hay contradicciones, alianzas y negociación permanente.
Si este fuera el escenario de las próximas décadas de cultura humana ¿Que margen de maniobra tendrían las culturas nacionales?
Lo primero es decir que un personalismo treintañero sostenido a fuerza de terror no es una cultura nacional sino mas bien el emergente perverso de una cultura sometida a condiciones extremas de supervivencia.
Condiciones extremas en las que el occidente capitalista y democrático tiene una cuota no menor de responsabilidad.
Lo segundo es asumir que las condiciones de autonomía cultural que se perdieron en el siglo veinte no se recuperaran en el veintiuno. Alianza atlántica, pacto de Varsovia, tercero o cuarto mundo da lo mismo; la historia no vuelve por sus heridos.
Las culturas nacionales sí podemos ampliar, redefinir, fundar nuestras autonomías en las condiciones materiales y simbólicas del siglo veintiuno.
Las condiciones materiales están, como siempre ha ocurrido, vinculadas a las capacidades de acumulación, las disputas y negociaciones multilaterales, las guerras comerciales, la dinámica de los bloque regionales y, quizá en mayor medida que en cualquier otro tiempo histórico, a las bruscas oscilación en las porciones de rentabilidad que obtienen los distintos bloques capitalistas.
El horizonte simbólico de la cultura humana se construye, irremediablemente, en el marco de los sistemas globales de significación donde las culturas nacionales tienen su lugar si saben cuál es.
Google versus China y Microsoft versus Unión Europea muestran claramente cual no es y cual puede ser el lugar de la cultura nacional bis a bis los sistemas globales de significación.
El apagón tecnológico de Mubarak lisa y llanamente no califica en estos escenarios: es un burdo intento por tapar el sol con la mano.
Las culturas nacionales no están legitimadas hoy frente a las clases medias urbanas globales para regular los contenidos de los sistemas globales de significación.
Cualquier intento en este sentido es inmediatamente condenado por el emergente sentido común planetario.
Todo el poder material del secretario general del partido comunista chino no alcanza para desarmar el mayor prestigio simbólico del Dalai Lama.
Cierto es que la pertinacia conservadora puede darle algunos quinquenios de sobrevida al orden político chino. Un lujo posible en virtud del tamaño, enorme pero único, de su mercado.
El resto de las culturas nacionales pagarán, como le ocurre hoy a Egipto, a precios crecientes sus intentos por limitar los contenidos de los sistemas globales de significación.
Las culturas nacionales pueden sí intervenir en las condiciones materiales de acceso de las clases medias urbanas a los sistemas globales de significación a condición de que las medidas tomadas no sean percibidas de ningún modo como excusas discursivas para el control ideológico.
Paradigmáticos en este sentido son los recursos anti monopolicos interpuestos por la UE ante Microsof; o las preferencias por el software libre impulsadas por Brasil, Francia o Rusia y la propia China por citar algunos casos.
Otro espacio de acción autónoma son las medidas de fomento a las propias industrias culturales.
Es que las clases medias urbanas están irremediablemente convencidas de la existencia de una cultura humana capitalista y democrática a la cual quieren acceder del modo más rápido posible.
En pos de esa reivindicación legitiman al espacio local tanto publico como privado o gubernamental. Y lo hacen con la misma pertinacia con  que reniegan de él si sospechan que se les imponen barreras de acceso de cualquier origen e intensión.
Mas allá de como termine el episodio egipcio de esta historia, esa es la tendencia de largo plazo: la convergencia cultural de las clases medias urbanas en torno a los sistemas globales de significación.
Claro que hay otros actores, otros intereses y otras reivindicaciones. Lo no urbano, las clases no medias, los regímenes conservadoramente territoriales. Pero nada hace suponer que logren poner en retirada la protagónica preeminencia de las clases medias urbanas y su opción preferencial por los sistemas globales de significación.
Alguien propuso alguna vez, pensar global, actuar local. Hoy ese límite, si acaso existe, está muy diluido. Es necesario pensar y actuar global y local a un tiempo.
Conflictos intra locales e inter globales siempre los hubo, baste recordar las guerras - extremo conflictivo - de los últimos cien años.
Pero habrá que sumar a estos - hasta hoy menos dramáticos que los de la modernidad - los conflictos propios de todas las convergencias posibles.
Hay bloque geográficos (América, Europa, Asia, etc.) comerciales (Asean, Mercosur, Nafta) lingüísticos (Hispanoamérica) culturales (Iberoamérica) e incluso alianzas de seguridad específicas frente a fenómenos delictivos globales como el lavado de dinero, la trata de personas o el narcotráfico.
Se trata de las mas diversas yuxtaposiciones de los diferentes modelos - y necesidades - de convergencia.
Las culturas nacionales y sus organizaciones (gubernamentales, públicas y privadas) tienen para la construcción de sus márgenes de autonomía un recurso privilegiado: promover el acceso de sus poblaciones a los sistemas globales de significación tanto en términos de consumo pero sobretodo de producción cultural.
Combinando los aspectos duros de la ecuación (costos de transacción, aranceles aduaneros, tasas de interés, etcétera) con componentes simbólicos de largo plazo. Esto supone políticas culturales más públicas que gubernamentales descartando todo intento de partidización.
Lo contrario supone correr el riesgo de quedar entrampados en la imagen que el espejo egipcio le devolvió al régimen de Mubarak: el masivo rechazo de las clases medias urbanas globalizadas a todo intento por salvar su continuidad; incluso los formulados por el presidente de los Estados Unidos.