Un portal español publica una crónica del seminario “Los públicos de la cultura en la era de Internet” realizado en ese país y que contó, entre otros apoyos, con la participación de la “Asociación de Gestores Culturales del país de valencia”.
Algunas consideraciones que vale la pena pensar:
"Actualmente, por ejemplo, los folletos impresos tradicionales disuaden a muchas personas de asistir a los eventos. En cambio, invertir en nuevas tecnologías se ha demostrado mucho más eficaz para llegar a construir una mejor relación con los públicos. Vivimos en la época del marketing y de los gurús, y eso nos obliga a repensar y rediseñar la relación de las organizaciones culturales con su público. Algo que el marketing tradicional no tiene en cuenta" sostuvo Roger Tomlinson
Eugene Carr agregó que cada año "disminuye el número de gente que escucha radio, ve televisión y lee prensa. Por el contrario, cada vez se consume más internet". Concluyó que "los hábitos están cambiando radicalmente y las personas prefieren hacer uso de las nuevas tecnologías para estar informados o para comprar entradas para espectáculos, porque es más cómodo. Aun así, seguimos empeñados en permanecer anclados en el marketing tradicional, cuando es obvio que debemos adaptar el marketing a las nuevas tendencias del consumo cultural".
Albert López, de la Associació de Gestors i Gestores Culturals del País Valencià, insistió en que Internet se ha convertido en un firme "aliado en el mundo de la gestión cultural, porque permite romper las barreras espaciales y temporales. Ya nada es lo que era y, por ejemplo, a través de la pantalla del ordenador, cualquiera puede visitar un museo sin salir de su casa"
La aparición de un nuevo medio de comunicación ha cambiado siempre los modos, no solo de los medios que le precedían, sino de la cultura misma sobre la que interactúan viejas y nuevas herramientas de comunicación.
Internet maximiza esta regla porque conlleva en sí misma la expansión de todo lo conocido. Gestión cultural que no lea adecuadamente estos cambios está destinada a desaparecer; en esto coincidimos.
Pero la implantación de las nuevas tecnologías no es igual en todo tiempo y espacio; hay un mientras tanto diferente para cada lugar donde el valor del folleto puede ser diferente al descripto. No se trata del sentido del cambio sino su ritmo.
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