01 octubre, 2007

Agosto de 1990: Medios, Comunicación y Cultura


Medios, Comunicación & Cultura fue una revista que, dirigida por Raúl N. Barreiro, circuló hacia fines de los años 80 y principios de los 90 si la memoria no falla – debo confiar en ella porque no tengo la colección completa.
Y debo apelar a la memoria porque no pude encontrar en Internet ninguna referencia a ella.
Muchos nombres memorables figuran entre sus colaboradores: Nicolas Casullo, Mario Giorgi, Henoch Aguiar y un ascendente Jorge Telerman; por citar sólo algunos.
La compleja trama que propone su nombre mostraba escenarios diferentes para la vida cotidiana de aquella democracia incipiente que habíamos sabido conseguir.
En este número de agosto de 1990 decía uno de sus títulos: “Tiemblen cadenas: llegó la televisión comunitaria”.
Una nota firmada por Alberto López sostenía que “Unos 70 canales de televisión comunitaria (o “trucha”, según se mire) esperan una definición oficial sobre su situación legal”.
A lo largo del texto se recogen testimonios – casi todos anónimos – sobre las dificultades técnicas y presupuestarias para operar estos “canales”. Da cuenta de la conformación de la Asociación de Televisoras Comunitarias y de un proyecto por el cual el Ministerio de Acción Social de la Provincia de Buenos Aires otorgaría un subsidio a cambio de la difusión de información del organismo en la comunidad.
En la misma página Aguiar – quien sería más tarde Secretario de Comunicaciones de la Nación – alertaba sobre los peligros de conformación de monopolios mediáticos a partir de cambios entonces proyectados en la ley de radiodifusión.
Ya sabemos que las televisoras comunitarias no lograron salir de la encerrona marcada por la falta de legalidad, las dificultades técnicas propias del medio y la indiferencia estatal frente al fenómeno.
Sabemos también que la ley de radiodifusión fue retocada para permitir que una misma empresa pueda ser titular de diferentes tipos de medios lo cual abrió paso a la conformación de los grandes grupos multimedia.
Y que aquellos vientos para la democratización de los flujos de comunicación se han refugiado en Internet y, en alguna medida, en las radios de baja frecuencia.Queda de aquella experiencia, nos parece, la necesidad permanente de mirar cómo los medios van influyendo en la cultura cotidiana y hasta dónde es posible construir espacios comunicacionales que vayan más allá de los intereses comerciales.

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