01 septiembre, 2010

Multiculturalidad cotidiana en la Argentina


El director de orquesta, Daniel Barenboin, estuvo en estos días en la Argentina ejerciendo su arte pero también narrando su experiencia entre culturas diversas, cuando no enfrentadas. En una nota al diario La Nación de Buenos Aires expreso algunas ideas sobre las que vale la pena reflexionar desde nuestra profesión:
"Aquí me acostumbré a pensar que no había problemas de identidades múltiples: podía ser judío, musulmán, palestino. Dentro de todas las diferencias está el elemento común de ser argentinos. Es una lección que el resto del mundo todavía tiene que aprender"
La multiculturalidad argentina es una de las constantes de este blog, incluso citando al propio Barenboin como ejemplo de ella. Lo tratamos, más o menos exhaustivamente, en relación a los recientes festejos del Bicentenario.
Conceptualmente pueden diferenciarse los conceptos de interculturalidad y multiculturalidad. También el concepto de identidades múltiples tiene una historicidad que puede rastrearse hasta Freud por un lado y hasta el concepto de inculturación de la liturgia católica por otro.
Entre los argentinos podemos citar - sin ser exhaustivos - el concepto de vacío intercultural de Rodolfo Kusch
Resumiendo: la multiculturalidad tiene una larguísima tradición académica sobre la cual es muy improbable establecer preeminencias de ningún tipo.
Sí tiene, en la Argentina, la particularidad de flotar en el aire de lo cotidiano. Parafraseando a Barenboin y su arte: aquí se puede vivir - y ostentar - las más diversas identidades culturales y encontrarse sin conflictos en una esquina cualquiera compartiendo la música del mundo. Insistimos, en la cotidianeidad de nuestras calles y mercados.
Desde la gestión cultural poco - si acaso algo - es lo que hemos conceptualizado.
De hecho nuestra cultura cotidiana es mucho mas descentralizada que nuestra administración cultural, entendiendo por tal a la estructura burocrática del estado que interviene en las representaciones simbólicas de aquella cotidianeidad.
La gestión cultural argentina necesita dar un debate que cierre el verticalismo cultural de nuestro estado optando por la maravillosa interculturalidad de nuestras calles.
Parece sencillo pero llevamos doscientos años sin hacerlo. Va siendo tiempo de proyectar aquello que nos distingue - ni mejores ni peores, solo distintos - entre las culturas humanas: la azarosa convivencia de lo humano maravillosamente diverso.
La interculturalidad no aparece – por caso – en los ejes de debate del tercer congreso argentino de cultura que habrá de celebrarse entre el 15 y el 19 de setiembre próximos.
Seguramente será planteado en algunas de las exposiciones pero la verdad es que todavía no ocupa la centralidad que, a nuestro juicio, debiera tener.