05 noviembre, 2015

Políticas culturales en el medio rural y el rol de los actores sociales

En el marco del tercer Congreso Internacional Sobre Socialización del Patrimonio en el Medio Rural
que se realiza por estos días en la ciudad de Benito Juarez - Buenos Aires - Argentina estamos presentando una ponencia sobre políticas culturales en el medio rural.
El medio rural es hoy – al igual que el mundo en sí – sustancialmente distinto del que era solo una generación atrás; sin abundar en cifras debemos decir que vivimos un acelerado proceso de urbanización de la experiencia humana que, si no se detiene, vaciara nuestros espacios rurales en pocos años.
Digamos, como dato ilustrativo, que según datos del Banco Mundial la población rural de la Argentina alcanza solo a un 8% del total. Es decir que, más allá de los muchos y muy interesantes debates teóricos sobre qué es la ruralidad hoy, podemos pensar que evolucionará hacia las pequeñas ciudades y los espacios rurbanos de transición.
Debemos decir también que la ruralidad es, en general y particularmente en Argentina, un fenómeno profunda y constitutivamente heterogéneo
Deberíamos, en este sentido, hablar de una expresión espacial del poder que instrumenta al territorio - en este caso el rural - como parte de redes productivas globales que lo subordinan cada vez más al poder de la ciudad.
Relaciones de poder que devienen cultura, es decir estrategias de vida superpuestas y contrapuestas según el lugar más instrumental o más trascendente que el suelo ocupe en esas sub culturas específicas.
Si el suelo es ese lugar que desmontamos primero y envenenamos después con agroquímicos para sembrar transgénicos sin ninguna prevención ambiental o la tierra sin mal a la que habremos de santificar para construir nuestro domicilio existencial.
Pensemos, a modo de extremos, en la ruralidad de las comunidades aborígenes pauperizadas del norte argentino y las comunidades rurales de nuestra pampa húmeda que también ha sido llamada pampa gringa.
Indios y gringos son, ambas, categorías culturales pero cargadas de profundas diferencias sociales.
Destacar esta diferencia entre categorías culturales y categorías socio económicas no es caprichoso: supone atreverse a pensar la relación entre particularismos culturales y poder social.
La marginación, material y simbólica de unas culturas en beneficio de otras. Y las posibilidades y frustraciones que las políticas culturales enfrentan a la hora de aportar a la construcción de mejores convivencias en los territorios.


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