27 enero, 2009

Música es cultura

Un grupo de artistas de la música ha presentado en Madrid un manifiesto en favor de la sanción, en España, de una Ley de Música. El texto lo hemos tomado de "elmercuriodigital". La música es cultura y la cultura se gestiona parecen decir desde este colectivo artístico.
Desde los países hispanohablantes de la América podríamos suscribir muchos de los supuestos y reclamos que hacen en España. Claro que no ha de ser la misma situación, sobre todo en el campo legal, en cada una de nuestras naciones.
Pero más allá de ello compartimos la idea de que el campo musical está sometido a múltiples tensiones provocadas, nos parece, por la concentración de públicos en unas pocas productoras discográficas globales, la indiferencia de los grandes mediios hacia estilos y repertorios no masificados y por la piratería que, si bien ayuda a derribar barreras de distribución también perjudica la posibilidad de remunerar a creadores e interpretes.
Desde este lugar adherimos a la idea de que los estados nacionales deben intervenir en este mercado en favor de la diversidad creativa, la democratización del acceso y la formación de públicos. Con este objetivo difundimos el manifiesto madrileño.


MANIFIESTO POR UNA LEY DE LA MÚSICA

Manifestamos: Que existe un trato de no igualdad e indiferencia hacia la música en relación a otros sectores culturales, como puede ser el teatro o el cine.

Además, la música popular no está considerada cultura ni existe una regulación cultural de la misma.

Nunca ha habido una ley de la música y todos los que trabajamos en este sector, sobre todo del directo, sentimos una indefensión que va, desde un trato discriminatorio a los artistas y músicos en general, hasta una indefinición asombrosa para los profesionales y las salas de música en directo.

Que, en cambio, el sector de la música popular está compuesto por un conglomerado rico y complejo, con una importantísima iniciativa privada y diferentes estamentos que la hacen posible:

.- Una importante base artística, compuesta por autores, intérpretes, músicos y artistas.

.- Varias entidades de gestión de derechos.

.- Una industria discográfica, actualmente en fase de remodelación.

.- Los conciertos, de gran importancia cultural, de comunicación artística, de generación de empleo y de creación de nuevos públicos.

.- Y un público con demanda creciente de calidad y diversidad musical.

Por ello RECLAMAMOS:

Una Ley de la Música:

a) Que reconozca que todas las músicas son cultura y que garantice al público el derecho constitucional de acceso a la cultura y el de la libertad de expresión a los creadores.

b) Que dignifique la música popular atendiendo a los criterios de calidad, diversidad cultural e independencia, capaz de potenciar y defender el mercado nacional, entendiendo por éste la música que surge dentro del Estado español.

c) Que contemple normas de excepción cultural en pro de la pluralidad cultural.

d) Que regularice el sector desde un punto de vista cultural, regulando las competencias de las diferentes administraciones.

e) Que marque un modelo de gestión sobre las músicas, coordinando todos los organismos que afectan al fomento de las mismas.

f) Que propicie la creación del Estatuto del Músico, con el fin de dignificar su condición.

g) Que se potencie la creación de un Código de Buenas Prácticas dentro del sector.

h) Que se cree un convenio artístico que regule la especificidad del sector: colegiación de profesionales, marcos de actuación, seguridad social de artistas, etc.

i) Que se cree una licencia homologada para las salas de música en directo que considere la labor cultural de estos espacios.

A nuestros representantes en las administraciones y a los legisladores,

EXIGIMOS:

Que se lleven a cabo las medidas ejecutivas y legislativas necesarias para llevar a la práctica las reclamaciones enumeradas anteriormente y apoyaremos las iniciativas que se propongan desde el INAEM, desde el ministerio de Cultura y el resto de Instituciones Públicas, siempre y cuando vayan en esta dirección.

Invitamos a los músicos, autores e intérpretes, a las asociaciones, a los profesionales de la música y al público en general, que se adhieran y hagan suyo este Manifiesto".

El Manifesto puede suscribirse enviando por correo electrónico con nombre, apellidos y Nº de DNI a: info@salasdeconciertos.com. Hoy mismo se han adherido la SGAE y la AIE.

El acto, por otro lado, ha recibido el espaldo de la European Composers & Songwriters Alliance (ECSA), que agrupa a 30 organizaciones de 22 países, han decidido "suscribir el Manifiesto con el que el sector de la música en directo español reclama una Ley de la Música que aspira a lograr las mejores garantías para sus profesionales y el público".

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19 enero, 2009

Los otros: ese espejo cultural

Una carta de lectores publicada en el diario Clarín de Buenos Aires plantea el viejo de tema de cómo nos relacionamos con esos otros que siendo diferentes son también próximos.
“Un oscuro mundo bajo la autopista”, es el título y 15 de enero de 2009 la fecha de publicación. Empecemos leyéndola:

Todo sigue como entonces. Cirujas, arrebatadores, ebrios y drogadictos permanecen en los espacios conquistados, detrás del alambrado protector, bajo techo de la Autopista. Acampan para quedarse. Saben que la Policía, convocada por algún vecino, acaso los corra un poco para que regresen enseguida.
Continuaran destrozando las bolsas de residuos y quemando cables que se reducirán a cobre para vender. Y embriagándose o drogándose con las sustancias conocidas. Arrebatando carteras, celulares o lo que tengan a mano. Falta que se instalen en el hall de entrada de algún edificio de propiedad horizontal.
Los vecinos tienen miedo. Al fin nadie está a salvo de los usurpadores que se multiplican desde San Juan y Bernardo de Irigoyen hacia Constitución.
Pasaron las fiestas en espacios usurpados, sin que nadie los incomodara. Ahora serán las vacaciones. Y las inmundicias seguirán amontonándose. Y el temor o la bronca sobresaltando a los contribuyentes que pagamos por servicios no prestados.
Sucede aquí, a doce cuadras del Obelisco, en los alrededores del siniestro puente peatonal que cruza la avenida 9 de julio frente a Canal 13.
Algún día, cualquier día, se agotará la bendita paciencia y entonces aparecerán los guardianes del orden que ahora andan por otro lado, ocupados en otros menesteres. ¿Será cuando haya tronado el escarmiento? Armando García Rey, agraciarey@yahoo.com.ar"

La identidad cultural se consagra cuando “nosotros” nos encontramos con “los otros”; mientras somos sólo nosotros la identidad es apenas un discurso sobre lo idéntico, aquello que es así porque siempre ha sido.
Cuando nos encontramos con “los otros” nuestra propia mirada se diluye y cobra relevancia la mirada del otro; en un sentido el “otro” expropia nuestra voluntad cultural para reducirnos a su capacidad de comprendernos. Frecuentemente desde el prejuicio: los fulanos son brutos, los menganos amarretes, los suntanos vagos.
Aquí, en esta carta, los “otros” resultan absolutamente deshumanizados; se les endilgan actitudes no como producto de una cierta situación histórica sino como esencia que además tiende a perpetuarse “... las inmundicias seguirán amontonándose”.
Están de un lado “..los vecinos … los que pagan impuestos … los que harán tronar el escarmiento” y del otro los “Cirujas, arrebatadores, ebrios y drogadictos...
Que las personas vivan a la intemperie, reduciendo desperdicios para poder comer no es un escándolo salvo porque pronto ocurrira que “... se instalen en el hall de entrada de algún edificio de propiedad horizontal” y además “...a doce cuadras del obelisco” emblema de la civilización.
Si pudieran escribir a los diarios y sus cartas de lectores fueran publicadas ¿Qué dirían de nosotros los habitantes del “oscuro mundo bajo la autopista”? ¿Cómo describirían nuestra cultura? ¿Qué identidad cultural nos endilgarían? ¿Sentirían la poco velada amenaza del buen vecino y los “guardianes del orden”?
Estamos, claramente, ante un extremo. Nadie quiere verse “arrebatado” ni amenazado por “ebrios” y “drogadictos”. No toda otredad es tan radicalmente extrema.
Pero tampoco es la excepción: en el gran Buenos Aires o en el gran Rosario, por decir lo obvio, se multiplican milagrosamente los panes de la exclusión, el hambre y las más extremas miserias.
Nuestras identidades culturales debieran tomar nota de que estamos siendo juzgados por esas otredades extremas que supimos conseguir.
Nuestra identidad cultural es también, y aunque no querramos verlo, el resultado de la mirada de esas personas a las que, con matices, tratamos como trata este buen vecino porteño.
¿Y el estado? Ausente hasta el paroxismo; no hay gestión cultural que se plantee siquiera el problema. Miramos y debatimos el master plan del teatro Colón, organizamos costosas agendas de espectáculos, promovemos rupturas o conservaciones estéticas como si el “oscuro mundo bajo la autopista” no existiera. Tampoco nos ocupamos de estos buenos y aterrados vecinos que empiezan a soñar con guardianes del orden que hagan “tronar el escarmiento”.
Pobre destino el de nuestras gestiones culturales si no somos capaces de crear comunidad entre “nosotros” y “los otros”, cualquiera sea el lugar donde querramos pararnos.

09 enero, 2009

Libros digitales: nuevo cacharro cultural

Una nota firmada por Juan González de la Cámara para el portal español PC – Actual propone la idea del libro digital como “la trampa del cacharro nuevo” para incentivar la lectura en particular y con ello la cultura en general.
Parte de un dato sobre la sociedad española: casi el 34 por ciento de los españoles no lee nunca. En primer lugar desmitifiquemos junto al autor esto del libro digital o e-book:

…la gran ventaja del e-book se concreta en haber convertido en la solución a tres necesidades actuales: elimina el sobrepeso en la mochila de los jóvenes; reduce el coste en la compra de libros (por eliminación de costes de papel, almacenaje y distribución) sin por ello menguar el consumo de lectura; y cuida el medio ambiente, por disminución de la tala de árboles con los que producir papel. Hasta no hace mucho tiempo, saltar de la máquina de escribir al ordenador parecía descabellado, hoy estamos ante esto otro reto. Para decidir incorporar el hábito de la lectura a través de un soporte electrónico, es necesario conocer de antemano el producto, verlo para desterrar mitos. Leer en un libro electrónico no es igual que hacerlo en la pantalla del ordenador, puesto que no cansa la vista al contar con una tecnología e-ink (tinta electrónica sin luz que no daña la vista).

La nota realiza un análisis del origen de las resistencias a este nuevo formato y las adjudica, en buena medida, a los intereses existentes en el mercado editorial. Postula lo que, a nuestro juicio, es el dilema de oro de la edición digital:

Si se le exige al usuario que pague por un libro digital, cuando también tiene la opción de descargárselo gratuitamente, debemos ofrecer un mejor coste y concienciar sobre la importancia de pagar las ideas para que opte por la primera de las opciones. El camino para ello es ofrecer servicios añadidos a los que sólo se puede acceder a través de la compra del e-book como encuentros digitales con el autor, dedicatorias personalizadas, adquisiciones parciales de capítulos concretos, incluso, impresiones en papel como ediciones únicas y limitadas, etc.

El mundo editorial está cambiando y los libros no van a escapar a esa tendencia; es muy probable que el formato papel tarde mucho en desaparecer e incluso que no desaparezca nunca. Pero sin duda habrá de cambiar.
Al modelo tradicional se le están agregando los formatos digitales, la impresión a demanda y todos los cruces que podamos imaginar.
Un caso interesante es el de Editorial Teseo que tuvimos oportunidad de conocer con motivo del encuentro de emprendedores creativos de Buenos Aires del que participamos en noviembre pasado.
Otro caso interesante es El Aleph que propone a los autores servicios de edición y distribución de libros en formato pdf desde la gratuidad hasta un servicio avanzado con un costo de 59 dólares.Para la gestión cultural la edición digital es una oportunidad inmensa desde todo punto de vista. Pero también un desafío: no se trata de ofrecer texto en una pantalla sino de crear contenidos digitales para un público que también habrá que ayudar a construir.


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08 enero, 2009

Incubadoras culturales: Proyecto Lunar

El copete de una noticia publicada por el diario Córdoba dice:

UN TOTAL de 88 empresas creativo-culturales y de 131 empleos han sido los impulsadas por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa desde que pusiera en marcha el Proyecto Lunar, el primer programa de apoyo integral a emprendedores de la industria creativo-cultural andaluza que asimismo alcanzó, tras sus dos años de funcionamiento, un total de 962 proyectos empresariales adheridos en las seis provincias en las que opera (Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Málaga y Sevilla).

Como la noticia completa está disponible sólo para suscriptores del medio buscamos el sitio de Proyecto Lunar y nos encontramos con una plataforma de apoyo al emprendimiento creativo y cultural: “Proyecto Lunar es un modelo innovación concebido y diseñado para aportar soluciones a los emprendedores de la Industria creativo cultural andaluza”.

Se organiza en varias fases sucesivas:
Fase 1: Aterrizaje Si tienes una idea innovadora y perteneces a la industria creativo-cultural, aterriza. Proyecto Lunar te ayuda a hacerla viable y a consolidarla en el mercado.
Fase 2: Hacer comestible la idea Asesoría técnica y formación. Proyecto Lunar te forma y te ayuda para que puedas llevar a cabo tu idea. Te asesora en la elaboración de tu plan de negocio.
Fase 3: Comercialización y publicidad Proyecto Lunar te ayuda a conectar tu idea con el mercado y promocionarla para hacerla visible como proyecto mediante conexiones de trabajos en red, información sobre incentivos…
Fase 4: Relaciones y redes Tu proyecto forma parte de la red de Proyecto Lunar, que propicia relaciones bilaterales, colectivas, inter e intrasectoriales, encuentros, etc...

Todo esto en el marco de tres fases, por así decirlo, generales:
FASE 1: INVESTIGACIÓN Y PROSPECTIVA.
FASE 2: IMPLANTACIÓN DEL PROGRAMA DE APOYO INTEGRAL AL TEJIDO PRODUCTIVO CREATIVO CULTURAL EN LA ZONA DE ACTUACIÓN. Prestación de servicios útiles para los emprendedores creativo culturales de la zona de actuación a tres niveles de asistencia: básica, media y de salida.
FASE 3: GENERACIÓN DE DISTRITOS Y NODOS. Creación de redes adaptadas al entorno que, respetando la idiosincrasia de las zonas, permita mejorar el posicionamiento de las empresas y facilitar su comercialización.

A la distancia sería burdo intentar cualquier evaluación del funcionamiento de esta incubadora. Pero como modelo resulta atractivo. Su sitio tiene una navegación un tanto ardua y pareciera que mucho material está reservado a usuarios registrados, sin embargo vale la pena recorrerlo.
Entre las iniciativas que difunden estuvimos recorriendo el portal el escaparate, una vidriera de arte, artesanías y servicios. Vale la pena darse una vueltita y ver cómo funciona, aunque sea a la distancia.

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07 enero, 2009

Memoria, democracia y gestión cultural

Bajo el título “La memoria como política pública” el diario El País de España publica una nota firmada por Ricard Vinyes cuya lectura conlleva varios debates para nosotros, hispanohablantes herederos de violencias dictatoriales varias casi tanto como de estrambóticas aventuras vanguardistas.
La Argentina no escapa a estos debates históricos sino más bien es un caso paradigmático. Nuestros casi dos siglos de historia como estado independiente están cargados de muerte, persecuciones, violencias simbólicas y de las otras como los que más.
Todavía hoy, por caso, discutimos si una plaza o una escuela pueden llevar el nombre de Pedro Eugenio Aramburu quien se alzó en armas contra el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón en 1955. Y no sólo porque luego fuera asesinado por la guerrilla en 1970 – cuando gobernaba la Argentina otra dictadura – sino porque hay quienes consideran que Aramburu:

Presidente de la Nación durante un gobierno de facto, situado en el centro mismo de episodios políticos turbulentos, la imagen que perdura de él es la de un hombre público profundamente identificado con el ideal republicano. A diferencia de otros generales que accedieron al poder por la vía irregular del golpe de Estado, Aramburu no tenía el más mínimo rasgo que recordara a un militar autoritario. Al contrario, tenía los modales -y la convicción- de un auténtico demócrata.” Según sostuvo hace unos años Bartolomé de Vedia en una nota publicada por el diario La Nación.

Por supuesto hay muchos otros componentes para este debate pero, desde nuestra profesión, cave hacerse una pregunta por el lugar de la gestión cultural en la construcción de la memoria colectiva. Y en esto creo que la nota del diario El País puede acercarnos algunas ideas.

… el esfuerzo de una parte de la ciudadanía para conseguir relaciones sociales equitativas y democráticas, los valores de esos procesos de democratización, la práctica violenta de las dictaduras y el terror del Estado para impedirlos, constituyen un patrimonio, el patrimonio ético de la sociedad democrática. El reconocimiento de ese patrimonio y la demanda de transmisión del mismo instituye la memoria democrática, y la constituye en un derecho civil que funda un ámbito de responsabilidad política en el Gobierno: garantizar a los ciudadanos el ejercicio de ese derecho con una política pública de la memoria, no instaurando una memoria pública. La primera, la política pública, debe ser garantista, proteger un derecho y estimular su ejercicio. La segunda, la memoria pública, se construye en el debate político, social y cultural que produce la sociedad en cada coyuntura, y una de las funciones de la política pública es garantizar el acceso de la ciudadanía a la confección de la memoria pública.

Aquí aparecen dos ámbitos diferentes desde los cuales la gestión cultural actúa para la construcción de la memoria colectiva:
- Desde el estado, en cualquiera de sus niveles; por un lado garantizando el acceso de toda la sociedad a la construcción, conservación, difusión y debate de la memoria colectiva, por el otro promoviendo valores y prácticas hacia la mayor convivencia posible dentro del orden democrático. Dos límites claros: ni puede sancionarse una memoria única y obligatoria, ni puede haber convivencia alguna con las variopintas dictaduras que nos han asolado.
- Desde la sociedad civil exigiendo al estado que cumpla con sus deberes y estimulando a la sociedad al debate, la participación y la construcción de sus propios relatos sectoriales en el marco de la cultura común. Afirmar los propios valores en legítima convivencia con otros colectivos. La memoria también defiende intereses y es válido hacerlo a condición de ser explícitos: decir que la gestión cultural ejercida desde una empresa defiende los intereses de esa empresa es una obviedad. Pero en el ejercicio de construir una memoria sectorial también suelen defenderse intereses políticos e ideológicos y a veces económicos y no siempre esto se hace explícito.
No hace mucho leí en algún lado la existencia de un centro cultural que llevaba el nombre de Mario Roberto Santucho. No conozco la experiencia de modo que simplemente planteo las cuestiones derivadas del nombre.
Líder guerrillero de la Argentina de los años 60 y 70 que muriera asesinado por un grupo de tareas de la última dictadura militar. Y que también se alzó en armas contra el gobierno constitucional entre 1973 y 1976.
¿Qué valor cultural reivindican quienes promueven su figura? ¿Sus aportes como intelectual marxista? ¿Su resistencia a la dictadura de 1966-1973? ¿Su alzamiento contra un gobierno constitucional?
Desde la sociedad civil es válida la reivindicación de toda figura y experiencia a condición de honestidad en cuanto al valor cultural que se está reivindicando. Y es obligación del estado garantizar ese derecho.
Pero ¿Puede el estado reivindicar a quienes se han levantado contra las instituciones democráticas? Y, aunque no sean dos demonios simétricos, da lo mismo que uno sea conservador y otro marxista.
Creo que fue Borges quien calificó a la memoria como “esa curiosa falla del olvido”. La gestión cultural debe empujar esa falla y ensancharla tanto como sea posible en aras de una memoria multicultural que nos abarque a todos y todas las habitantes de ese cierto espacio social e histórico al que habitualmente llamamos cultura.
Pero una cosa es apuntalar la memoria a fuerza de debates, conocimiento, investigación y difusión de las experiencias colectivas y otra, muy distinta, hacerlo mediante paradigmas intencionalmente recortados.

06 enero, 2009

Costos y beneficios del cambio cultural

Una nota firmada por Jonathan Blum en CNNExpansión propone un debate sobre la utilidad de las herramientas de Google para trabajar en línea. Ese debate ya es interesante por sí, incluidos los comentarios que han hecho los usuarios de ese sitio.
Pero más interesante es todavía, nos parece, los planteos que se hacen sobre el cambio cultural que supone el trabajo con un software nuevo. Veamos:

De acuerdo a lo que explica el propio Google, su software supone una revolución para las microempresas en el área de la infraestructura de colaboración y ofrece, entre otras cosas, las siguientes: permite a grupos procesar documentos, enviar y recibir correos, agendar reuniones, chatear y acceder a información crítica de la empresa almacenada de forma central. También permite la colaboración de todos los empleados (e incluso clientes) en archivos digitales en tiempo real.” (…)
El problema es que cuando diriges un negocio, les pagas a las personas mientras se adaptan a ese cambio cultural, y esa transición puede ser costosa. No puedo cuantificar de bien a bien lo que gastó mi empresa al cambiarse a Google Apps, pero sé que cada día dediqué cuando menos media hora a atender los inconvenientes de Google” (…)
Una cosa, no puedes hacer el cambio solo, necesitarás la ayuda de un experto en Google. Puedes capacitar a alguien de la empresa, pero se trata de una transición tan grande que tú serás quien tenga que liderar el cambio cultural que el producto requiere, y tus empleados tendrán que habituarse a encontrar sus propias soluciones tecnológicas.”
Hay, sin embargo, algo que me gusta mucho de Google Apps: tenemos que realizar con regularidad reuniones para mantener a la gente informada sobre cómo funciona el software, y descubrí que ese tiempo que pasamos juntos es una manera de prestarle atención a mi gente y escuchar sus ideas, pero sobre todo me deja saber quién quiere estar aquí y quién quiere irse. El cambio tiene la ventaja de sacar a relucir la paja del trigo... si alguien no está dispuesto a aprender a usar Google Apps, ¿también se negará a avanzar en otras cosas, será reaccionario a otros cambios?

Abstrayéndonos del debate en torno a la mayor o menor utilidad de las herramientas de Google quedan dos o tres cuestiones que son perfectamente aplicables a cualquier proceso de cambio cultural:
1- Todo cambio cultural supone costos más o menos explícitos como pueden ser la inversión en equipos, asesoramientos, software, etcétera. Y también otros menos visibles como los que se plantean en la nota: tiempos de consulta, cierto estado deliberativo, atención de los cuerpos directivos entre otros muchos que dependerán de cada caso. Pero no cambiar también supone costos: desde el atraso tecnológico, la falta de adecuación al contexto, la pérdida de oportunidades y, en un extremo, el destino del dinosaurio.
2- El cambio cultural debe ser liderado por quien dirige la organización. Parece una obviedad pero en organizaciones fuertemente formalizadas no hay otra manera de cambiar. Por lo menos no sin una crisis que, de nuevo, puede poner a la organización al borde de la desaparición.
3- Las personas siempre nos resistimos a cambiar a menos que nos sintamos parte de la nueva realidad a la que se aspira. En este, y en muchos otros aspectos, liderar supone en primer lugar una alta capacidad de escucha tanto hacia las personas que integran la organización cuanto hacia quienes están siendo afectados de modo directo o indirecto por las actividades de la organización.

Insisto, parecen obviedades y en un punto lo son pero muy frecuentemente se olvidan. Y esto vale para organizaciones privadas, públicas o gubernamentales y cualquiera sea su actividad. También, claro, para el campo de la cultura: en este mismo blog comentábamos alguna vez el fin de la revista Crisis precipitado por la muerte de su fundador y mecenas y cómo el equipo no había podido adaptarse a los cambios sobrevinientes.

Nota Relacionada:
Cambio cultural: un esquema posible

05 enero, 2009

Federalismo y cultura

El Dr, Bidart Campos preparó en su momento y para el Circulo Doxa de la ciudad de Buenos Aires un documento titulado ¿Un federalismo cultural? que puede bajarse completo en formato pdf. Se preguntaba el prestigioso constitucionalista:

Si el federalismo es una forma de Estado que acoge la descentralización política con base territorial para reunir en una unidad política común a varias entidades estaduales autónomas, quizá podemos sugerir que, en cierta medida, concilia la unidad y el pluralismo, la fuerza centrípeta y la fuerza centrífuga.
A partir de acá, veamos si en el ámbito cultural argentino hay algo semejante al federalismo, que nos muestre una pluralidad cultural componiendo una cultura común.
¿Será algo parecido a una descentralización cultural que converge hacia una sociedad
pluricultural?


El desarrollo de las posibles respuestas a esta pregunta deberán leerlo en el documento original. Pero hay dos ideas que el autor toma del mundo español y que nos parecen particularmente relevantes para nuestra profesión:

La simbiosis de lo común o general con las diversidades diferenciales se puede ejemplificar en el preámbulo de la constitución de España, cuando en su párrafo cuarto expresa la voluntad de la “Nación española” de “proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones”. La alusión a “las culturas” (en plural) se compagina con el propósito de “promover el progreso de “la cultura” (en singular) que aparece a renglón seguido en el párrafo quinto del mismo preámbulo.

Ese camino desde las culturas que nos forman e informan hacia una cultura en común lo analiza, renglones después, siguiendo también a un autor español:

Cuando Ortega puso en boga su axioma de que “yo” soy “yo y mi circunstancia” hizo entablar una relación visceral entre “yo” y “el otro” como partes de un “nosotros”. Comprender al “otro”, integrar la “nostridad” en un multiculturalismo, permite vivir la propia identidad –personal y colectiva – en mancomunidad con la diferencia, que es tanto como decir: mi identidad es diferente de otras identidades, pero la sumatoria de identidades y diferencias necesita convivir igualitariamente en el ámbito solidario de la antes aludida nostridad multicultural.

Así, en su visión, federalismo y cultura confluyen en la multiculturalidad. Y, ya instalado de lleno en su especialidad, demuestra que ambos se consagran en nuestro texto constitucional. Luego se explaya en el análisis de la constitución argentina de 1994. Dice, entre otras consideraciones:

Por fin, la constitución trae indicaciones alusivas a equilibrar desarrollos desiguales. El párrafo segundo del inc. 19 obliga al congreso a promover políticas diferenciadas que tiendan a equilibrar el desigual desarrollo relativo de provincias y regiones; en tanto el inc. 2º señala que la distribución de la coparticipación impositiva habrá –entre otras cosas- de priorizar el logro de un grado equivalente de desarrollo, calidad de vida e igualdad de oportunidades en todo el territorio; y el inc. 8º remite a estas mismas pautas cuando se refiere a la fijación anual del presupuesto general de gastos y recursos.

Y concluye:

La pregunta del título ¿Un federalismo cultural? parece que ha recibido respuesta afirmativa: la constitución diseña con buenos trazos una descentralización de base cultural que, al diversificar las culturas y al integrarlas a una cultura común multiforme, muestra parentesco con la descentralización federal. Un vocabulario politológico sin estrecheces nos haría fácil, entonces, acudir a la palabra autonomía para postular que, en nuestra sociedad pluricultural, la localización de una cultura y de cada cultura necesita que su fuente de origen opere como canal introductorio y receptivo en la constitución cultural.

Sintetizando podemos decir que en este autor federalismo, multicuturalismo e interculturalidad son para la argentina y sus gobiernos un mandato constitucional muy claro. Pero la realidad de nuestros presupuestos, de nuestras estructuras de administración cultural y de muchas de las políticas culturales que de ambos se devengan está muy lejos de esta contundencia. Y como para muestra vale un botón, los invito a leer la nota relacionada que publicamos hace algunos meses.

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La cultura partida