09 agosto, 2012

Nuevas tecnologías, creatividad y cultura


¿Qué son, a esta altura de la historia, las nuevas tecnologías? Nacidas en el ocaso de la guerra fría y del siglo XX nos habían prometido más libertades, más desarrollo humano y más convivencia. Con el advenimiento de la nueva era digital se inauguraba el fin de la historia
Desde nuestra América nunca creímos demasiado en un fin tan auto promocionado y la historia sigue sin enterarse de que se ha terminado: el mundo sigue cruzado por luchas sangrientas; las crisis financieras amenazan regiones enteras del orbe y la catástrofe ambiental acecha al planeta cotidianamente.
La tecnología – las nuevas y las no tanto – está en la base de la situación actual y también en la puerta de salida a las diversas crisis que nos sacuden. La condición para ello es repensarla desde el lugar que ocupa en nuestra cultura. Incluso en términos históricos.
Un recorrido que vaya desde Internet – rostro estelar de las nuevas tecnologías – hasta lo más profundo de la civilización occidental.
En el artículo inaugural de este 2012 - Bytes, ladrillos y dignidad – decíamos: Como objeto la red es un conjunto de cables, microondas, silicios y artefactos de costos y alcances muy variables.
Como símbolo supone una humanidad mas comunicada, menos endogámica y con un poder mucho mas disperso y democrático que todo lo visto hasta hoy. (...)
Es la globalización, con sus costados reaccionarios pero también sus potencias de nueva humanidad, mas justa y democrática.
Quienes intentamos construir cultura desde la red estamos, desde el principio, trabajando por una globalización de la experiencia humana que amplié derechos, promueva igualdades creativas y, sobre todo, redistribuya el conocimiento, autentico nombre del poder.
Es así por default, porque la red se ubica más allá de las fronteras y porque sus costos y requisitos de conocimiento se democratizan un poco más cada día. Y la crisis – aún en sus peores pronósticos – no cambiará eso. Incluso debiéramos apostar a que se convierta en el foro donde la crisis sea mostrada en toda su dimensión y no solo en el discurso menor de bolsas y (des) calificadoras de riesgos.
En un artículo publicado en 2004 nos preguntábamos: ¿Qué modos de uso de las TICs pueden operarse desde qué modelos de gestión cultural? Poner en crisis ambos términos de la ecuación – TICs + gestión cultural – debiera permitirnos un debate más abierto – mayor apertura teórica – y unas conclusiones más próximas a las problemáticas tan diversas de esta vasta y compleja geografía humana que tiene en el castellano una de sus lenguas de intercambio – mayor nivel de localización. Este documento propone un recorrido del fenómeno de las TICs desde la gestión cultural apelando a la metáfora de la luz y la sombra para tratar de captar la integralidad del fenómeno. Apelando en consecuencia a un estilo de gestión cultural más abierto a aquellos aspectos que por menos espectaculares no suelen ser parte de las agendas de las administraciones culturales.
Hoy queremos abrir un debate sobre la naturaleza misma de la tecnología. Empezar desde el principio para ver si podemos obtener algunas respuestas más apropiadas a los tiempos o, por lo menos, mejorar la calidad de nuestras preguntas.
La tecnología ocurre en un territorio determinado. Un suelo que impone sus condiciones: adaptarse al medio físico no es lo mismo en una selva, en la llanura o en la montaña. Esto es obvio.
Pero además el territorio físico está sometido a diversos ordenes simbólicos. Como bien natural el espacio está allí desde siempre; pero el modo en que ordenamos el territorio, el modo en que lo usamos y recorremos corresponde a ordenes simbólicos específicos construidos histórica y socialmente.
La tecnología y sus múltiples interacciones con la sociedad y aún con cada individuo en particular es uno de esos ordenes simbólicos. Trataremos de recorrer algunos de los ordenes simbólicos que han pensado las relaciones que nuestros sistemas simbólicos han establecido con el fenómeno tecnológico.
Porque en definitiva las llamadas nuevas tecnologías de la información y la comunicación (Tics) median nuestra capacidad de recorrer y comunicar a las personas y las organizaciones que habitan el territorio poblándolo de signos y de ordenes simbólicos diversos que, sin embargo, construyen - necesitan construir - las mas variadas e inestables interacciones.
En términos históricos la técnica es anterior a la ciencia pero es la filosofía quien primero va reflexionar sobre la relación entre técnica y experiencia humana.
Por ejemplo Sócrates, a quien se atribuyó la creación de la mayéutica. Método de pensamiento (¿o técnica para construir saber?) basado en la interrogación sistémica de personas que creían conocer algún tema en particular. 
A la interrogación seguía la refutación: intentaba de este modo purgar intelecto y alma del falso conocimiento que obstaculiza al verdadero saber. La mayéutica consistía en ayudar a "parir" el conocimiento verdadero que cada hombre tiene por el solo hecho de ser humano.

"para la tradición socrática, las técnicas productivas son cualitativamente inferiores a las formativas. Es decir, las que importan son las técnicas que ayudan a vivir bien; mientras que las otras (navegación, ingeniería, etc.) son secundarias y están supeditadas a las primeras. En cuanto al sentido -naturaleza, valoración, etc. - de la técnica, hay que decir que le viene de elementos extratécnicos. A saber: antropología, metafísica, situación socio-política, etc." (Osella, 2006: 35)
Platón va a dividir la técnica en dos grandes categorías: Productivas y Políticas.
A las productivas las subdividía entre aquellas que "contienen la ciencia del numero" y aquellas que, generalizando, podríamos vincular al arte - aunque entre estas ultimas incluyera, por caso, a la medicina.
El desarrollo y eficacia de las técnicas vinculadas al arte ejecutorio depende del entrenamiento y la experiencia. El ensayo y el error para simplificar.
Aparece así una cierta jerarquización del conocimiento y su aplicación donde la técnica resultaba desplazada hacia una zona de conocimiento necesario pero subordinado.
La necesidad del conocimiento estaba fundada en la precariedad de lo humano frente a las fuerzas de la naturaleza. Utilizar el fuego, construir refugios o aprender a preservar sus alimentos fueron grandes avances habidos mediante la experiencia.
Pero, para la tradición griega, nada de esto hubiera sido posible si la humanidad no hubiera aprendido a vivir en comunidad de allí que sean las técnicas políticas las consideradas fundamentales.
Hay además, en Sócrates y Platón, una calificación moral del hacer técnico. La técnica debe tender a constituir o restablecer el orden, entendido como equilibrio o salud. Veamos.
Las “técnicas del alma” que intentan realizar el orden pueden ser “Auténticas” (legislación) o “Falsas” (sofística). Y en el intento por restablecer el orden será auténtica la justicia y falsa la retórica.
Las “técnicas del cuerpo” que intentan establecer el orden tendrán su autenticidad en la gimnasia y la falsedad en la cosmética. Y cuando intentan restablecer el orden la autenticidad estará del lado de la medicina y la falsa en la “cocina”. (Cfr. Osella, 2006: 40).
Aristóteles, discípulo de Platón, avanza en la clasificación del conocimiento y ubica a la técnica por sobre la “sensación”, la “memoria” y la “experiencia” pero por debajo de la “ciencia” a la que define como conocimiento superior.
Le asigna a la técnica un conjunto de características que Osella (op. Cit) resume en tres:

- Es conocimiento universal. No se trata de un saber sobre una suma de casos sino de un conocimiento aplicable a cualquier situación similar.
- Se trata de un “saber por las causas”, es decir, la técnica no sólo conoce el fenómeno sino las causas que lo producen.
- Su propósito es “producir, transformar, crear algo que antes no existía”. Cita la Etica a Nicómaco de Aristóteles: “Todo arte tiende a producir; sus esfuerzos y su especulaciones tienen un objeto, que es hacer nacer algunas de estas cosas que pueden indiferentemente existir o no existir, y cuyo principio está únicamente en el que hace la cosa y no en la cosa hecha”.

Así comenzaba occidente a pensar la relación entre técnica, condición humana y conocimiento. Veremos luego que hay otros discursos y enfoques. Que llegará a plantearse a la técnica como “una explicación del mundo”. La pregunta que queda flotando es ¿Cuánto de “auténticos” o de “falso” tienen los discursos sobre las nuevas tecnologías?
¿Podríamos sostener que las nuevas tecnologías pensadas como democratización del poder son auténticas en tanto que restablecen el equilibrio social? Y que su aplicación como mero marketing son como la “cosmética” lo es a la “gimnasia” en el paradigma platónico. Simple falsedad sofística.

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