¿Qué son, a esta altura de la
historia, las nuevas tecnologías? Nacidas en el ocaso de la guerra
fría y del siglo XX nos habían prometido más libertades, más
desarrollo humano y más convivencia. Con el advenimiento de la nueva
era digital se inauguraba el fin de la historia.
Desde nuestra América nunca creímos demasiado en un fin tan auto promocionado y la
historia sigue sin enterarse de que se ha terminado: el mundo sigue
cruzado por luchas sangrientas; las crisis financieras amenazan
regiones enteras del orbe y la catástrofe ambiental acecha al
planeta cotidianamente.
La tecnología – las nuevas y las no
tanto – está en la base de la situación actual y también en la
puerta de salida a las diversas crisis que nos sacuden. La condición
para ello es repensarla desde el lugar que ocupa en nuestra cultura.
Incluso en términos históricos.
Un recorrido que vaya desde Internet –
rostro estelar de las nuevas tecnologías – hasta lo más profundo
de la civilización occidental.
En el artículo inaugural de este 2012
- Bytes, ladrillos y dignidad – decíamos: Como objeto la red es un conjunto de cables,
microondas, silicios y artefactos de costos y alcances muy
variables.
Como símbolo supone una humanidad mas comunicada, menos endogámica y con un poder mucho mas disperso y democrático que todo lo visto hasta hoy. (...)
Como símbolo supone una humanidad mas comunicada, menos endogámica y con un poder mucho mas disperso y democrático que todo lo visto hasta hoy. (...)
Es la globalización, con sus costados
reaccionarios pero también sus potencias de nueva humanidad, mas
justa y democrática.
Quienes intentamos construir cultura desde la red estamos, desde el principio, trabajando por una globalización de la experiencia humana que amplié derechos, promueva igualdades creativas y, sobre todo, redistribuya el conocimiento, autentico nombre del poder.
Es así por default, porque la red se ubica más allá de las fronteras y porque sus costos y requisitos de conocimiento se democratizan un poco más cada día. Y la crisis – aún en sus peores pronósticos – no cambiará eso. Incluso debiéramos apostar a que se convierta en el foro donde la crisis sea mostrada en toda su dimensión y no solo en el discurso menor de bolsas y (des) calificadoras de riesgos.
Quienes intentamos construir cultura desde la red estamos, desde el principio, trabajando por una globalización de la experiencia humana que amplié derechos, promueva igualdades creativas y, sobre todo, redistribuya el conocimiento, autentico nombre del poder.
Es así por default, porque la red se ubica más allá de las fronteras y porque sus costos y requisitos de conocimiento se democratizan un poco más cada día. Y la crisis – aún en sus peores pronósticos – no cambiará eso. Incluso debiéramos apostar a que se convierta en el foro donde la crisis sea mostrada en toda su dimensión y no solo en el discurso menor de bolsas y (des) calificadoras de riesgos.
En un artículo publicado en 2004 nos
preguntábamos: ¿Qué modos de uso de las TICs pueden
operarse desde qué modelos de gestión cultural? Poner en crisis
ambos términos de la ecuación – TICs + gestión cultural –
debiera permitirnos un debate más abierto – mayor apertura
teórica – y unas conclusiones más próximas a las problemáticas
tan diversas de esta vasta y compleja geografía humana que tiene en
el castellano una de sus lenguas de intercambio – mayor nivel de
localización. Este documento propone un recorrido del fenómeno de
las TICs desde la gestión cultural apelando a la metáfora de la luz
y la sombra para tratar de captar la integralidad del fenómeno.
Apelando en consecuencia a un estilo de gestión cultural más
abierto a aquellos aspectos que por menos espectaculares no suelen
ser parte de las agendas de las administraciones culturales.
Hoy queremos abrir un debate sobre la
naturaleza misma de la tecnología. Empezar desde el principio para
ver si podemos obtener algunas respuestas más apropiadas a los
tiempos o, por lo menos, mejorar la calidad de nuestras preguntas.
La tecnología ocurre en un territorio
determinado. Un suelo que impone sus condiciones: adaptarse al medio
físico no es lo mismo en una selva, en la llanura o en la montaña.
Esto es obvio.
Pero además el territorio físico está
sometido a diversos ordenes simbólicos. Como bien natural el espacio
está allí desde siempre; pero el modo en que ordenamos el
territorio, el modo en que lo usamos y recorremos corresponde a
ordenes simbólicos específicos construidos histórica y
socialmente.
La tecnología y sus múltiples
interacciones con la sociedad y aún con cada individuo en particular
es uno de esos ordenes simbólicos. Trataremos de recorrer algunos de
los ordenes simbólicos que han pensado las relaciones que nuestros
sistemas simbólicos han establecido con el fenómeno tecnológico.
Porque en definitiva las llamadas
nuevas tecnologías de la información y la comunicación (Tics)
median nuestra capacidad de recorrer y comunicar a las personas y las
organizaciones que habitan el territorio poblándolo de signos y de
ordenes simbólicos diversos que, sin embargo, construyen - necesitan
construir - las mas variadas e inestables interacciones.
En términos históricos la técnica es
anterior a la ciencia pero es la filosofía quien primero va
reflexionar sobre la relación entre técnica y experiencia humana.
Por ejemplo Sócrates, a quien se
atribuyó la creación de la mayéutica. Método de pensamiento (¿o
técnica para construir saber?) basado en la interrogación sistémica
de personas que creían conocer algún tema en particular.
A la interrogación seguía la
refutación: intentaba de este modo purgar intelecto y alma del falso
conocimiento que obstaculiza al verdadero saber. La mayéutica
consistía en ayudar a "parir" el conocimiento verdadero
que cada hombre tiene por el solo hecho de ser humano.
Platón va a dividir la técnica en dos grandes categorías: Productivas y Políticas."para la tradición socrática, las técnicas productivas son cualitativamente inferiores a las formativas. Es decir, las que importan son las técnicas que ayudan a vivir bien; mientras que las otras (navegación, ingeniería, etc.) son secundarias y están supeditadas a las primeras. En cuanto al sentido -naturaleza, valoración, etc. - de la técnica, hay que decir que le viene de elementos extratécnicos. A saber: antropología, metafísica, situación socio-política, etc." (Osella, 2006: 35)
A las productivas las subdividía entre
aquellas que "contienen la ciencia del numero" y aquellas
que, generalizando, podríamos vincular al arte - aunque entre estas
ultimas incluyera, por caso, a la medicina.
El desarrollo y eficacia de las
técnicas vinculadas al arte ejecutorio depende del entrenamiento y
la experiencia. El ensayo y el error para simplificar.
Aparece así una cierta jerarquización
del conocimiento y su aplicación donde la técnica resultaba
desplazada hacia una zona de conocimiento necesario pero subordinado.
La necesidad del conocimiento estaba
fundada en la precariedad de lo humano frente a las fuerzas de la
naturaleza. Utilizar el fuego, construir refugios o aprender a
preservar sus alimentos fueron grandes avances habidos mediante la
experiencia.
Pero, para la tradición griega, nada
de esto hubiera sido posible si la humanidad no hubiera aprendido a
vivir en comunidad de allí que sean las técnicas políticas las
consideradas fundamentales.
Hay además, en Sócrates y Platón,
una calificación moral del hacer técnico. La técnica debe tender a
constituir o restablecer el orden, entendido como equilibrio o salud.
Veamos.
Las “técnicas del alma” que
intentan realizar el orden pueden ser “Auténticas” (legislación)
o “Falsas” (sofística). Y en el intento por restablecer el orden
será auténtica la justicia y falsa la retórica.
Las “técnicas del cuerpo” que
intentan establecer el orden tendrán su autenticidad en la gimnasia
y la falsedad en la cosmética. Y cuando intentan restablecer el
orden la autenticidad estará del lado de la medicina y la falsa en
la “cocina”. (Cfr. Osella, 2006: 40).
Aristóteles, discípulo de Platón,
avanza en la clasificación del conocimiento y ubica a la técnica
por sobre la “sensación”, la “memoria” y la “experiencia”
pero por debajo de la “ciencia” a la que define como conocimiento
superior.
Le asigna a la técnica un conjunto de
características que Osella (op. Cit) resume en tres:
- Es conocimiento universal. No se
trata de un saber sobre una suma de casos sino de un conocimiento
aplicable a cualquier situación similar.
- Se trata de un “saber por las
causas”, es decir, la técnica no sólo conoce el fenómeno sino
las causas que lo producen.
- Su propósito es “producir,
transformar, crear algo que antes no existía”. Cita la Etica a
Nicómaco de Aristóteles: “Todo arte tiende a producir; sus
esfuerzos y su especulaciones tienen un objeto, que es hacer nacer
algunas de estas cosas que pueden indiferentemente existir o no
existir, y cuyo principio está únicamente en el que hace la cosa y
no en la cosa hecha”.
Así comenzaba occidente a pensar la
relación entre técnica, condición humana y conocimiento. Veremos
luego que hay otros discursos y enfoques. Que llegará a plantearse a
la técnica como “una explicación del mundo”. La pregunta que
queda flotando es ¿Cuánto de “auténticos” o de “falso”
tienen los discursos sobre las nuevas tecnologías?
¿Podríamos sostener que las nuevas
tecnologías pensadas como democratización del poder son auténticas
en tanto que restablecen el equilibrio social? Y que su aplicación
como mero marketing son como la “cosmética” lo es a la
“gimnasia” en el paradigma platónico. Simple falsedad sofística.
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