La producción de arte se ha convertido en una relación compleja que excede largamente la relación entre artista, obra y público. La organización de los mercados artísticos está incorporando mucha tecnología de gestión que vale la pena empezar a inventariar. Veamos un par de ejemplos reflejados en el suplemento económico del diario Clarín.
El pasado 18 de marzo la página 11 del suplemento incluye entre los habituales “secretos empresarios” una noticia que sostiene “Reunir fondos para financiar producciones teatrales no es tarea sencilla. Al bufete Zang, Bergel & Viñes se le ocurrió constituir un fideicomiso administración, pionero en su tipo, destinado a la producción de obras teatrales comerciales. (…) Como el éxito de la actividad teatral es poco predecible, el fiduciario se compromete a montar obras cuyos guiones hayan servido de base para producciones probadas en las principales plazas (Londres, Nueva York, París, Madrid y Barcelona). También deben contar con actores de primera línea y abordar proyectos que apruebe un comité artístico”.
Un fideicomiso es un mecanismo financiero que permite reunir fondos de inversores interesados en obtener la mayor rentabilidad posible. De allí que la apuesta artística esté limitada a obras y actores ya consagradas con el menor riesgo posible. Un lenguaje inherente más a las finanzas que al arte.
En otro segmento de mercado se informa el último 25 de marzo – IECO página 16 – la existencia de una pequeña empresa – AVI Music – dedicada a producir a músicos noveles.
Su modelo de negocio es la producción integral para músicos nuevos incluyendo el disco, video clip, marketing, difusión, etcétera. Según narra Gabriel Fernando Alvarez el costo de un paquete básico es de 18.000 pesos (unos 3.900 dólares) que el artista pagará en doce meses sin interés.
No se explicita si hay algún tipo de selección estética de modo que uno puede suponer que con tener el capital alcanza.
Según el medio, la empresa se constituyó en 2007 con un capital inicial de 6.900 pesos y facturó en los últimos doce meses 250.000 pesos y cuenta con cinco empleados.
Dos extremos del mercado donde claramente la producción artística está imbricada con sendos modelos de negocio con altísimos niveles de profesionalidad.
Muchos artistas nos dirán que no quieren subordinar su arte a un modelo de negocios y tendrán razón. Se tratará, entonces, de encontrar mecanismos alternativos de acceso a los públicos en tiempos de superproducción cultural. Una posibilidad es la plataforma Ideame, pero eso será motivo de otra nota.
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