Dice una nota publicada en un portal español: "La globalización de los mercados, la movilidad internacional, la incorporación de las mujeres al mundo laboral y la mayor inmigración han dado lugar a la gestión de la diversidad en las empresas. Amadeus, Manpower e Iberdrola son ejemplos de compañías que promueven estas políticas."
Si bien la nota está referida a debates propios de la gestión de recursos humanos es de total pertinencia para el mundo de la gestión cultural. Veamos algunos párrafos:
“la diversidad, más que una moda, es una necesidad ante la globalización de los mercados. Cuanto antes y mejor se gestione, más se adapta la empresa a su entorno y se fomentan la creatividad y la información”. Dice una ejecutiva de la empresa Manpower.
Desde otra empresa se dice: “una estrategia de comunicación interna adaptada a las necesidades de cada colectivo y de cada país, pensando de forma global y actuando de manera local”.
Una ciudad global, como definitivamente los es Buenos Aires y otras grandes urbes de la Argentina, es hoy territorio de un público también global. Lo obvio es el flujo turístico. También los colectivos vinculados al comercio internacional, etcétera. Pero la diversidad tiene múltiples orígenes. Y la globalización más de un canal.
Los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación convierten a cualquier ciudadano conectado en miembro de una cultura global con segmentaciones y preocupaciones definidas más allá a de las fronteras nacionales.
Súmese a esto las fracturas del propio entramado social, la permanencia de colectivos marginados social y económicamente y se tendrá una idea de la enorme diversidad humana que deben afrontar las políticas culturales de cualquier ciudad global.
¿Están todos los agentes culturales conscientes de esas diferencias? ¿Saben como operar con personas tan diferentes unas de otras? O, como sospechamos para muchos de nuestros estados locales, siguen pensando en términos de homogeneidad.
Toda política cultural impacta, en un extremo, en un espacio local concreto. Pero un espacio que, culturalmente hablando, es cada vez más “muchos espacios”. La comunicación entre quienes diseñan las políticas culturales, quienes las gestionan, y las personas a quienes se dirigen – o impactan – es como dice la nota: un desafío de los tiempos.
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Gestionar la diversidad en la comunicación interna, un reto
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