Catholic.net es el portal de una organización católica que publicó en estos días un reportaje al director del Centro Europeo para el Desarrollo del Liderazgo (European Center for Leadership Development), Alexandre Havard.
Algunas de las ideas allí expresadas, me parece, son perfectamente aplicables al mundo de la gestión cultural:
“...cuando más profundamente se viven las virtudes, más se puede cambiar la cultura (...)
El liderazgo no está reservado a una élite. No es una vocación de unos pocos. Jefes de estado, profesores, profesionales industriales, amas de casa, responsables militares, agentes sanitarios..., todos ejercen el liderazgo. (...)
... las virtudes son más que simples valores. Las virtudes son fuerzas dinámicas. De hecho, su raíz en latín, «virtus», viene de fuerza o poder. Cada una, si se practica habitualmente, reafirma progresivamente la propia capacidad para actuar. (...)
En mi libro me refiero a seis virtudes. La magnanimidad, para luchar por cosas grandes y plantearse desafíos a uno mismo y a los demás. La humildad, para superar el egoísmo y acostumbrarse a servir a los otros. La prudencia, para tomar decisiones justas. La valentía, para mantenerse y resistir a todo tipo de presiones. El autocontrol, para subordinar las pasiones al espíritu y al cumplimiento de la misión y la justicia, para dar a cada uno lo que merece. (...)
La magnanimidad del líder está dirigida a servir a los otros, a su familia, clientes, colegas, a su país y a toda la humanidad. Esta noble ambición para servir es uno de los frutos de la hermosa virtud de la humildad. Las virtudes no toman el lugar de la competencia profesional, sino que son parte de ésta. (...)
No todo el mundo se convierte en presidente o primer ministro, ni puede ganar el Premio Nobel de Literatura o jugar en los New York Yankees. Pero todo el mundo puede crecer en la virtud. El liderazgo no excluye a nadie. La virtud es un hábito, se adquiere por repetición. (...)Como el temperamento, nuestro entorno cultural nos puede ayudar a desarrollar ciertas virtudes. En una sociedad marcada por la sensualidad, puede ser duro cultivar virtudes como el autocontrol y la valentía.(...)
El liderazgo empieza cuando usamos nuestra responsabilidad libremente.”
La verdad es que no reproducimos el reportaje completo para no violar derechos de propiedad pero vale la pena leerlo cuidadosamente.
Gestionar cultura puede ser un acto profesional con el que se espera lucrar y es absolutamente legítimo. Pero es además un acto de servicio de estos que comenta el señor Havard.
Porque trabajamos con los símbolos, las demandas y los sueños de las personas. Y a veces con sus frustraciones.
De allí que sostengamos que estas ideas son perfectamente – casi imprescindiblemente – aplicables al campo de la gestión cultural.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario