22 septiembre, 2008

Cambio cultural y políticas públicas

¿Puede un cambio cultural producido en la sociedad civil impulsar una redefinición de las políticas públicas hacia el medio ambiente? Por supuesto que sí.
Lo interesante es que ese cambio cultural no se produjo por razones estructurales – la escasez de agua en este caso –sino por una modificación en las representaciones culturales que la sociedad tiene respecto de la sustentabilidad ambiental.
Así parece indicarlo una nota que bajo el título “Un cambio cultural ha detonado los procesos de transición del agua en España” ha publicado un portal español.
La noticia se basa en un estudio realizado bajo el paraguas del proyecto europeo MATISE y que está disponible en pdf – en inglés.

La escasez y la falta de disponibilidad del agua en muchas regiones españolas son, en primera instancia, los factores que podrían impulsar políticas de trasvase del agua. Pero, según el estudio, que se ha publicado recientemente en Regional Environmental Change, “no son las restricciones al sistema del agua ni los determinantes ecológicos los detonantes de una transformación de las políticas del agua, sino los cambios culturales que conducen a la sostenibilidad”.
“El artículo aplica y profundiza el marco conceptual de la teoría de transiciones para estudiar el papel de la cultura como desencadenante de una posible transición en la gestión y planificación del agua, hacia patrones de mayor sostenibilidad”, destaca a SINC Joan David Tàbara, autor principal del estudio y coordinador del proyecto europeo
MATISSE, del que forma parte la investigación.
Para elaborar sus conclusiones, los investigadores se centraron en el caso del río Ebro. Subrayan el papel de la cultura en las transiciones y el uso de los recursos del agua. “Como estamos moviéndonos hacia una gestión más integrada de la cuenca del río, un mejor entendimiento y una comunicación de la influencia de las percepciones culturales, los valores y las creencias se vuelven más relevantes”, explican a SINC los investigadores.
El movimiento de la nueva cultura del agua se ha creado por agentes sociales como colectivos, asociaciones, intelectuales, ONG y administraciones locales, que han articulado nuevas identidades, han integrado políticas, y han desarrollado nuevos valores ecológicos.
La investigación entiende la cultura como “una articulación sensible, significativa y activa de los conocimientos y la conciencia del mundo que nos rodea, que crea en ciertos agentes la confianza y el impulso para la transformación y cooperación colectiva”. En el caso de España, expertos y ecologistas han estado conectados a través de esta articulación de nuevas estrategias culturales e identidades unidas bajo el prisma del movimiento de la nueva cultura del agua.
Los investigadores señalan que “este movimiento ha contribuido a parar algunas propuestas del régimen anterior que fueron consideradas insostenibles, como el trasvase desde el Ebro al sur de España para la agricultura intensiva y el desarrollo turístico de las playas a gran escala
”.

¿Tiene la gestión cultural algo que decir al respecto? Podríamos empezar interpretando el cambio cultural en los mismos términos que Rodolfo Kusch postulaba para las políticas culturales: “Una voluntad cultural (que) no es una cultura porque no tiene explicitadas sus formas sino que las presiente… se trata de alentar esa posibilidad… (que) apunta a un cumplimiento de una totalidad dentro del Universo simbólico que plantea el grupo social

Entre un estado cultural determinado y aquello que podría ser – “cultura presentida” – se abre el amplio campo de la gestión del cambio cultural. La posibilidad de operar sobre aquello que el estudio español llama “transiciones”.
Partiendo de entender que no se parte de un universo vacío al que habrá de llenarse con el nuevo paradigma cultural, sino que hay un universo simbólico previo que condiciona desde la percepción hasta las posibilidades de acción.Caracterizar ese universo; analizar caminos posibles; promover la participación de actores estratégicos para el nuevo paradigma; alentar intercambios y colaboraciones parecen ser parte del repertorio a ejecutar por la gestión cultural.

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