FEDERALISMO Y CULTURA La república partida Con este título el portal correntino Mega 24 publica un extenso comentario firmado por Jorgelina Núñez. Como dice la autora el conflicto Buenos Aires – Provincias no es nuevo ni son eternamente válidos los términos para plantearlo.
"El conflicto fue advertido y enunciado por Alberdi y por Sarmiento y adquirió sus tonos más oscuros en los textos de Ezequiel Martínez Estrada hace más de sesenta años. Periódicamente y con mayor o menor énfasis, retorna en discusiones en las que predominan las acusaciones, una penosa descripción de apatías y "ninguneos", envidias y resentimientos. Como si la aparición periódica de la polémica sólo sirviera para constatar que nada ha cambiado y que las posiciones no se han movido de su sitio. (...)
Toda vez que se retoma el conflicto cultural entre Buenos Aires y las provincias –y su recurrencia es siempre síntoma de lo lejana que parece su solución– el uso de las palabras adquiere una dimensión dramática en la medida en que ellas evidencian la carga de prejuicios de quien las enuncia. Así, hablar del "interior" o del "resto del país" para referirse a las provincias supone una simplificación que acepta la existencia de un centro a partir del cual todo lo demás es periferia, resto o suplemento. En el mismo acto de nombrar así las cosas se sobreentiende que ese "resto" es homogéneo. ¿Acaso por compartir similares problemas todas las provincias los enfrentan y resuelven de la misma manera? (...)
Sin embargo, la ciudad es pródiga en gestos bienintencionados hacia las provincias que en buena medida reproducen un paternalismo de larga data. Cuando los organismos oficiales llevan desde la capital espectáculos, intelectuales o artistas a otras regiones, ¿se promueve la reciprocidad? ¿No es llamativo que la mayor parte de las producciones del canal Encuentro se realicen en Buenos Aires? ¿Es imprescindible que –por ejemplo– doce de los trece directores convocados para realizar el ciclo televisivo "Fronteras argentinas" sean porteños? (...)
Ningún lamento ni reclamo por parte de las provincias respecto de la falta de atención que históricamente han recibido de las autoridades nacionales en materia de cultura dirá más que la desproporción presupuestaria perceptible en cualquiera de sus rubros. Una desproporción sólo comparable a la que las autoridades provinciales otorgan al ámbito de la cultura en sus propios presupuestos. Las industrias culturales, con sus promesas de trabajo e ingresos, sólo se instalan en aquellos lugares donde la actividad recibe los beneficios de una promoción estatal. Son escasos los ejemplos de empresas privadas que deciden correr algún tipo de riesgo fuera de la capital. Y las esperanzas cifradas en los intercambios vía Internet deben sortear una condición previa: la conectividad (banda ancha) no llega con facilidad a todas partes. Las empresas que brindan ese servicio encuentran que hay regiones del país que no justifican la inversión. (...)"
Detalle más, detalle menos, nadie que haya prestado atención a las estructuras y presupuestos culturales de la Argentina puede estar en desacuerdo con lo afirmado por la autora.
Es más, si la ciudadanía argentina – y sus gobiernos – se diera alguna vez un plan estratégico de cultura este debiera ser, sin ninguna duda, el primer cambio a lograr. Pero el plan de cultura no pasó, hasta ahora, de una promesa incumplida en el Primer Congreso de Cultura. Y francamente no creemos que el próximo congreso vaya a resolverlo.
Después de todo la nueva ley de coparticipación federal de impuestos que nos prometiéramos en la constitución nacional de 1994 sigue pendiente catorce años después.
¿Por qué habría de ser diferente para la administración cultural de nuestro estado?
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03 septiembre, 2008
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