19 noviembre, 2007

Emprendimientos culturales: Estación Provincial


En una nota anterior – Argentina Secreta – veíamos el caso de un emprendimiento surgido hacia el interior de una organización preexistente y cómo, una vez lograda la incorporación, el financiamiento y la difusión quedaban garantizadas. Vimos también cómo la crisis del equipo de gestión devino crisis del proyecto.
Hoy vamos a compartir una mirada sobre el Centro Cultural Estación Provincial de la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires.
Juan Montiel, uno de los líderes del emprendimiento tuvo la gentileza de contestar nuestras preguntas vía mail en este noviembre de 2007.
Este emprendimiento funciona en lo que fue el de edificio de una vieja estación ferroviaria ubicada en un barrio – Meridiano V – alejado del centro de la ciudad.
Si tuviéramos que clasificarlo diríamos, en primer lugar, que se trata de un proyecto vocacional. Es decir, no pretende ni requiere generar una cierta tasa de rentabilidad. Lo cual no significa que no necesite generar ingresos o remunerar tareas.
Es además participativo ya que depende para su funcionamiento del trabajo voluntario de un grupo más o menos extendido de personas. Esta combinación lo ha llevado a tener una relación de indiferente a conflictiva con el poder político local tal como lo reflejábamos en la nota “Gestión Cultural Independiente Reclama Reconocimiento”.
Juan Montiel relata así el funcionamiento de “Estación Provincial”:

Nació de una reunión de vecinos e instituciones del barrio que no querían ver el edificio de la Estación abandonada y en desuso porque se estaba viniendo abajo. Sobre todo la gente mayor del barrio, casi todos ex ferroviarios y usuarios del tren quería que se reabriera y que fuera un lugar de reunión. De aquí surgió la idea de hacer un Centro Cultural vecinal y así se hizo. En un primer momento se creyó en la posibilidad de algún tipo de colaboración institucional vía el Municipio y autoridades del Ferrocarril, pero eso nunca sucedió. Entonces los vecinos empezaron a organizarse y a ocupar la Estación a pulmón.
No es una movida netamente artística, tratamos de cumplir un objetivo de transformación social y en este sentido el arte es una herramienta que permite la participación de la comunidad fomentando la cultura del encuentro. Como primera medida es algo…después los objetivos son más ambiciosos…muchos queremos cambiar el mundo, este es nuestro granito de arena. (...)

El diseño comunicacional del que se encargan algunos compañeros que estudiaron Marketing y Diseño en Comunicación Visual, nos permitió generar una identidad que llegó a la gente y hoy todas nuestras publicaciones hasta las más pequeñas, tienen la impronta de la Estación, logrando un encuentro fluido y hasta personalizado con los vecinos. (...)

Lo más difícil fue ir ganándole espacio a los funcionarios del Estado de turno porque es un lugar muy valioso y siempre tuvieron ideas de hacer shopping, restaurantes o cosas así…cada uno quería hacer un emprendimiento particular y nosotros nos plantamos diciendo “si la Estación es del Estado, ¿quién tiene más legitimidad? ¿un funcionario de turno puesto a dedo o la gente del barrio que trabajó ahí, los hijos y nietos de ferroviarios que construyeron ese lugar cuando andaba el tren?”. Fue muy arduo pero la gente siempre acompañó. Después de tanto tiempo ahora los funcionarios reconocen nuestro trabajo pero igual no es fácil que colaboren con un emprendimiento de estas características… (...)

Y para la gente joven creemos que fue fundamental desarrollar un lugar de encuentro que sea productor de sentido, porque muchos quieren participar pero no encuentran lugares dónde expresar sus potencialidades y poder desarrollarse. Este lugar, con todas sus limitaciones, genera un espacio para retroalimentarse compartiendo saberes y experiencias que permiten crecer colectivamente.
Todo el tiempo uno aprende: a escuchar a la gente mayor, a tener paciencia, a saber que hay muchos símbolos, tribus, mundos que manejan diferentes códigos. Los gestores culturales los podemos hacer convivir y nutrirse mostrándoles experiencias y aprendiendo de otras. Además saber que cada persona no es un voto o un número o un legajo; cada persona es un mar con un potencial enorme que debidamente sembrado puede generar cosas maravillosas. (...)

Una experiencia de gestión colectiva de un emprendimiento cultural que, en última instancia, se propone crear sentido, cambiar el mundo. Un discurso más permeado por un cierto posicionamiento político que, por no ser partidario, resulta más abierto y, paradójicamente, más conflictivo para algunas maneras de pensar el poder.
Aparecen también elementos más tecnológicos como el diseño de una imagen cuidada y un uso intensivo de la red como herramienta de posicionamiento.Vale la pena conocer y seguir de cerca esta experiencia; las respuestas completas puede bajarlas en formato doc pulsando aquí.

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