26 noviembre, 2007

Neuquen debate su gestión cultural

Rio Negro On Line publica una mesa redonda con distintas asociaciones artísticas de la vecina provincia de Neuquen: Los espacios culturales de Neuquen, un debate pendiente.
Veamos algunas de las frases deslizan los participantes:
-nuestra sala tiene una capacidad de cuarenta espectadores. Ni siquiera teniendo la sala llena, con una entrada de diez pesos, podemos cubrir los gastos. Sumado a esto, en los últimos meses los alquileres se han ido a las nubes. Una sala como El Lugar tiene un gasto que no baja de los 1.800 pesos mensuales, de luz, gas y alquiler; sin mencionar la limpieza, el mantenimiento de la infraestructura, ni gasto de espectáculos, ni seguro de sala. Por otro lado, salió una ordenanza (la 10692) que regula las salas independientes de teatro que fue un gran avance, pero todavía no se pone en práctica porque no está reglamentada (Marcela Canepa, sala El Lugar que estaría cerrando)
-Para que circule un bien cultural o para que el espacio este dado para que ese bien cultural se instale en la comunidad, hacen falta circuitos de producción, que son netamente económicos y en general tienen que ver con la gestión cultural (...)Cuando decimos bienes culturales hablamos de producciones artísticas. Cualquier producto, persona, artista para que tenga identidad, tiene que tener un territorio, un espacio. Si esos espacios no son contenidos por una gestión económica, se le suman otras variables: que no tenés apoyo de políticas oficiales, por ejemplo, para que no se burocratice la entrega de subsidios, para que los presupuestos asignados a Cultura sean de un dinero importante. (Elsa Hernández, La Conrado)
-No hay objetivos a largo plazo de ningún lado. Estamos peleando desde las asociaciones, en las asociaciones, por tener objetivos a largo plazo. Objetivos a largo plazo tiene que haber en todos los sentidos, en todas las gestiones; entre los artistas tenemos que decir qué teatro queremos, qué cine queremos de acá a cinco o diez o veinte años. Si no pensamos así, las salas van a seguir abriéndose y cerrándose. (Ivan Sánchez, ARAN)
-Hay que pensar que el sector cultural tiene que incluir al sector privado. Hay que buscar la forma de que el sector privado también aporte. No es solamente el Estado, porque cuando las políticas cambian tiene que quedar algo. Hay que buscar un mecanismo para que las empresas también inviertan acá. El estado sólo tiene que normalizarlo, pero hay que concientizar a todo el mundo. Todos tenemos la necesidad cultural. (Luis Rey, ARAN)
-El Estado debe dar un marco, no sólo legal sino económico, para sostener la producción en todos los aspectos y lenguajes. Debe garantizar la posibilidad de que el público pueda asistir a un espectáculo mayoritario y también que existan espacios de producción acorde a la medida local. (Cristina Mansilla, TENEAS)
No hace mucho publicamos una entrada referida aun debate similar en el país Vasco con el título: Caro y Grande no son sinónimos de calidad y contenidos. Por las diferencias de espacios y niveles de desarrollo económico vale la pena compararlas. Baste un botón de muestra:
"el Plan Vasco de la Cultura ha sido abordado desde unos presupuestos técnicos que han desvirtuado su esencia. En lo local como en lo global, la cultura deriva hacia territorios que tienen más que ver con el turismo, la rentabilidad simbólica o el fomento del ocio. No encontramos en la ciudad un dispositivo lo suficientemente conectado con el tejido local que sea capaz de crear una vía, un sello, un efecto potente para dar visibilidad a una escena local"
En otro artículo comentábamos una definición de un artista chileno – en Límites de la Gestión Cultural - reivindicaba el “Derecho a la Belleza” como condición del accionar cultural frente al estado.
País Vasco, Chile y Neuquen como ejemplos de un debate con aristas globales y claros reclamos locales: sin planificación de largo plazo, sin participación de los creadores, si el sector privado no se involucra y si el estado no garantiza un espacio para la creación y circulación de los bienes culturales la vida concreta de las comunidades se degrada.
También aparecen cuestiones técnicas concretas – la viabilidad de una sala de cuarenta butacas – asociadas a la posibilidad de ampliar la diversidad expresiva y cultural del espacio local.
Sería interesante que nuestros poderes políticos – de cualquier signo dentro de la democracia – tomaran nota de estos dilemas y dejaran de actuar como si el desarrollo cultural fuera un mero título atractivo dentro del libreto de la competencia electoral. En ese sentido la Argentina vivirá una verdadera prueba de fuego el próximo once de diciembre.

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