El Real Instituto El Cano ha publicado un interesante análisis de la diplomacia cultural china firmado por Jaime Otero Roth, Investigador principal de Lengua y Cultura.
China es para nosotros un país misterioso del cual tenemos estereotipos varios la mayoría, prejuicios absurdos alguna que otra minoría y muy poca información de fondo, por lo menos a nivel de conocimiento general.
De tal modo vamos a referirnos más al artículo que a la política cultural china que, insistimos, conocemos poco y nada.
Dice al autor en el resumen del mismo:
“En los últimos años, la política exterior china ha cobrado más visibilidad y capacidad de iniciativa, adaptándose tanto a las nuevas necesidades del auge económico como a las circunstancias cambiantes de la sociedad internacional. Junto a una mayor participación en los asuntos mundiales por las vías más discretas de la diplomacia intergubernamental, China ha desplegado un conjunto de acciones dirigidas a la opinión pública global, renovando o reforzando instrumentos existentes y creando otros nuevos. Entre los primeros, las visitas oficiales se han multiplicado y se ha ampliado y modernizado el uso de los medios de información. Entre las novedades destacan la organización de grandes eventos internacionales y la puesta en marcha de una activa política de cooperación cultural exterior.”
El artículo resulta un excelente ejemplo de cómo evaluar las políticas culturales de un país tanto en la capacidad de generar “poder blando” – según la conceptualización que hace Jaime Otero Roth – cuanto en sus intercambios económicos con el exterior o las contradicciones entre los valores que se pretenden transmitir y su efectiva vigencia interna. Su lectura desde esta clave es en sí misma un acto de aprendizaje.
Veamos algunas de las ideas que el autor comenta sobre el lugar de la cultura en la política exterior:
“Aunque coherentes con la estrategia del ascenso pacífico e integradas en la política informativa exterior, estas acciones corren en buena medida por cauces diferentes a las anteriores. Al igual que en otros países, las relaciones culturales pretenden construir confianza y credibilidad a largo plazo mediante el contacto permanente con los actores sociales de otros países, más que conseguir objetivos concretos e inmediatos a través de mensajes políticos puntuales. Las recientes tendencias de la política cultural exterior procuran que las relaciones culturales mantengan cierta distancia con los mensajes oficiales directos, aun cuando sean promovidas por instancias gubernamentales.”
Diferenciar la política cultural – largo plazo – de los objetivos políticos más inmediatos del gobierno – coyuntura – es una primera conclusión que vale la pena subrayar. Destaca además el autor una distinción todavía más interesante entre capital cultural y decisión gubernamental:
“La influencia de la cultura china se extendió por Asia y el mundo mucho antes de que su Gobierno decidiera incorporarla como activo a sus relaciones exteriores: unos 30 siglos antes. China no carece de reservas de “poder suave” que avalen su crédito cultural: una tradición intelectual milenaria, irradiada en el primer milenio antes de Cristo a los países vecinos; inventos como el papel, la pólvora, la imprenta, la porcelana y la seda, que se difundieron por Asia antes de llegar a Occidente a través de los viajeros medievales. La imagen lejana de Cathay y sus riquezas inspiró la expansión marítima europea. La antigua filosofía china, la medicina tradicional, las artes marciales, la caligrafía y la pintura se dieron a conocer mundialmente por medio de misioneros, comerciantes y enviados diplomáticos...”
Está claro: ningún gobierno puede inventar una tradición cultural; sí puede rescatarla, ponerla en valor y proyectarla al mundo.
Cita al primer ministro Wen Jiabao cuando dice:
“Debemos extender los intercambios culturales con otros países. Los intercambios culturales son un puente que conecta los corazones y las mentes de los pueblos de la tierra y una importante forma de proyectar la imagen de un país (…) Debemos emplear varias formas y medios, como las giras de espectáculos y exposiciones, la enseñanza de la lengua china, el intercambio académico y la promoción de años culturales, para promover la cultura china y aumentar su atractivo en el extranjero. Debemos ejercer una estrategia cultural de alcance global, desarrollar la industria cultural, mejorar la competitividad de las empresas y productos culturales chinos, aumentar las exportaciones de libros, cine, programas de TV y otros productos culturales, de manera que éstos, y en particular los mejores de entre ellos, lleguen al mundo entero” (...) “Debemos dirigir nuestra diplomacia pública de forma más eficiente. Debemos informar al mundo exterior de los progresos de nuestras reformas, de nuestra apertura y modernización de forma adecuada, oportuna y completa. Al mismo tiempo, debemos ser francos sobre nuestros problemas (…) Debemos trabajar para que la comunidad internacional se forme una visión objetiva y equilibrada de China, con el fin de alentar un entorno de opinión pública amistosa y favorable para China”
Un programa completo de acción cultural para cualquier país que pretenda proyectarse al mundo. Que la incorporación de China al mercado mundial ha desatado cambios de todo tipo y tenor ya es, a esta altura de la historia, un lugar común. La pregunta es cuánto de ese empuje podrá trasladar China al mundo de los intercambios culturales. Y una pregunta para nuestra profesionalidad ¿Estamos preparados para ello? Leer el artículo completo nos ayudará a comprender qué tan lejos estamos de entender el fenómeno.
La nueva diplomacia cultural china
23 octubre, 2007
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