Una nota del portal español ABC da cuenta del debate en torno al llamado canon digital: un impuesto sobre diversos soportes digitales destinado a pagar los derechos de autor que se violan usando esos soportes para copias ilegales.
De un lado del ring las asociaciones de consumidores y las empresas de base digital; del otro las asociaciones de interpretes y autores. Y un legislador del Partido Popular que sostiene:
“... ha sido la propia industria la que ha calificado la medida de «suicidio de la industria cultural». En su opinión, lo que hace falta es «encontrar modelos de negocio en el entorno digital para la gestión de contenidos en internet y eso no pasa por perseguir usuarios y cobrar cánones injustos». Indicó, además, que la industria de contenidos está en ello, en la búsqueda de esos modelos, y que esta decisión no es sino «una interferencia en el verdadero debate: encontrar modelos de gestión que respeten los derechos de propiedad, fundamentalmente, y por otro la retribución del esfuerzo del talento de los creadores, intérpretes y artistas». Por último, advirtió que la orden contempla «algo que no estaba previsto: gravar con doce euros los aparatos de televisión digital terrestre, necesarios a partir del apagón analógico. Nos ha sorprendido porque no ha habido un debate sobre este punto».
Más allá de los posicionamientos políticos es cierto que hasta ahora no aparece una solución que contemple todos los intereses involucrados en el debate. Porque es cierto que el canon supone un castigo al bolsillo de todos los consumidores, incluso aquellos que no realizan copias ilegales.
Pero también cabe preguntarse – como hizo alguno de los contendientes – si luego de pagar el canon se tiene permiso para copiar aquello que está protegido por derechos de autor.
En nuestro país este debate es todavía incipiente aún cuando la venta ilegal de copias de música y cine ocurren masivamente y ante la mirada – distraída cuando menos – de autoridades de todo tipo.
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24 junio, 2008
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