En el marco del Foro Latinoamericano por la Identidad y la Integración que se lleva a cabo en la Cancillería Argentina, se realizará el 2 de julio próximo una exposición sobre la República Bolivariana de Venezuela.
Dirección:
Esmeralda 1212, Ciudad A. de Buenos Aires.
Programa:
18 hs.: apertura a cargo del Sr. Canciller Lic. Jorge Taiana, el Sr. Vicecanciller Emb. Victorio Taccetti y el Sr. Subsecretario de Políticas Latinoamericanas Emb. Agustín Colombo Sierra.
18.45 hs.: Embajador de Venezuela, Arévalo Enrique Méndez Romero.
19 hs.: Disertación Prof. Luis Britto García.
19.30 hs.: Espectáculo musical de la cantante venezolana Fabiola José.
20 hs.: Muestra de artesanías y degustación de gastronomía típica.
En la entrada anterior se expuso la noticia sobre la declaración de Buenos Aires como la Capital Mundial del Libro para el año 2011. Pero realmente y en la práctica ¿qué significa ejercer tal función?.
Excediendo lo que es la mera declaración, la embestidura de Capital obliga a las autoridades locales a ser el centro mundial de dicha industria, para lo cual podemos establecer una analogía con el campeonato mundial de fútbol. Las sedes deben ponerse al día, relucir, dar comodidad a jugadores y espectadores, brindar los medios para la movilidad y el acceso a los espectáculos y generar toda una serie de servicios de soporte para que la convocatoria sea un éxito, cumpliendo con el mandato de buen anfitrión.
En el caso de los libros, éstos son los principales jugadores y estrellas en escena, por lo que la ciudad anfitriona debe conseguir y administrar recursos de todo tipo, encargarse de la difusión, articular la participación de diversos actores principales y conexos, entre tantas tareas, para la organización de los “partidos” que en este caso se traducen en actividades relacionadas con la industria del libro a lo largo de un año calendario.
Por ejemplo, este año la Capital Mundial del libro es Beirut (Líbano), y para cumplir con las expectativas se ha impuesto tres objetivos (textual del sitio web oficial): “Los editores y las libreras se enfocan al primero de ellos, siendo este el refuerzo del sector del libro en el Líbano, con una atención particular en los libros para la juventud. Las escuelas, por su parte prefieren el segundo: el despliegue de la promoción de la lectura. Por último las embajadas optan por el tercer objetivo, o sea, la adopción de un enfoque diversificado de la cultura, invitando a escritores del país que estas representan”.
Puntualmente cabe destacar algunas pocas de las 220 actividades pertenecientes al calendario “preliminar” propuesto por los anfitriones para este año:
- “Lanzamiento de una colección de doce feuilletoscopes (fIipbooks) en Beirut: Esta colección se centra en doce temas sobre Beirut (el Corniche, la urbanización, el Maratón, los sitios arqueológicos, etc.) El lanzamiento de esta colección en abril de 2009 coincidió con el lanzamiento de Beirut, Capital Mundial del Libro”.
- "Las palabras y Moda" En conmemoración del día mundial de la fiesta de las Madres, y hacer hincapié en el papel de las mujeres en Beirut, Capital Mundial del Libro, la Mujer creativas y poeta será resaltada.
- “El lanzamiento de una segunda biblioteca pública móvil Kotobus " Una biblioteca pública móvil Kotobus en el norte de Beirut y sus suburbios se pondrá en marcha en 2009. Esta biblioteca ofrece sus servicios y materiales a las escuelas y semi-privada en el norte de Beirut y sus suburbios. Esta biblioteca móvil es el segundo de una red de bibliotecas móviles que viajan a través de las regiones de Líbano por la falta de bibliotecas públicas”.
- "Lecturas inusuales" Redescubrimiento de la ciudad de Beirut con motivo de la noche, leyendo textos en lugares insólitos o poco conocidos de la ciudad. A partir de abril de 2009 a abril de 2010, cada dos meses una conferencia se celebrará, gratis, en una ubicación original en Beirut.
Además del ejercicio de esta titulación, los Estados nacionales y locales encuentran una oportunidad importante de convertirse en el canal de promoción cultural y comercial ante otros Estados y actores privados, instituciones y organizaciones, permitiendo a su pueblo mostrarse al mundo, promocionar el turismo, motivar el consumo de determinados bienes y servicios vinculados como el transporte, hotelería y gastronomía, fomentar el empleo y el consumo (especialmente por el tipo de convocatoria, en sectores relacionados con la industria del libro). Todo ello, sumado a otras tantas actividades no comentadas, y la indudable oportunidad de revalorizar a la industria cultural del libro.
Según lo declara el gobierno libanés a través del portal www.beirutworldbookcapital.com “El Líbano esperará así a poetas alemanes y mexicanos, novelistas franceses, editores Italianos, Egipcios, Japoneses, diseñadores Españoles, ilustradores Suizos, profesionistas Holandeses del libro, librerías Argelinas, Marroquíes, Sirias, Tunecinas y Emiratis”.
Los antecedentes de esta iniciativa muestran cuáles sedes ya fueron elegidas como Capital Mundial del Libro: Madrid (2001), Alejandría (2002), Nueva Delhi (2003), Amberes (2004), Montreal (2005), Turín (2006), Bogotá (2007) y Ámsterdam (2008).
Sin dudas, la Capital del Libro es una excelente excusa para encontrarnos, conocernos, relacionarnos, tolerarnos y participar articuladamente.
Según lo declarara la UNESCO, Buenos Aires será la Capital Mundial del Libro en el año 2011. Esta decisión se dió en el marco de una renión de representantes de las principales asociaciones profesionales de la industria del libro, llevada a cabo en la Ciudad de París.
Cabe destacar que todos los años autoridades de la UNESCO, la Unión Internacional de Editores (UIE), la Federación Internacional de Libreros (FIL) y la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA) se reunen para determinar quien será el abanderado y responsable de esta función, la cual en el presente ciclo la tiene a su cargo Beirut y el año próximo será Liubliana, la capital de Eslovenia.
La gestión cultural no es gratis como no lo es la cultura. Es más, podría fácilmente demostrarse que la cultura es uno de los bienes más costosos de la experiencia humana. En este sentido solemos poner en cuestión propuestas del estilo “cultura gratis para todos” porque, aunque bien intencionadas, suelen terminar por oscurecer el entramado profundo que está detrás de cada acción cultural – y sus costos. El lugar del estado es, desde este punto de vista, garantizar el acceso universal a los bienes y servicios culturales subsidiando a los sectores sin capacidad económica propia para hacerlo. También es rol del estado garantizar el acceso universal al proceso creativo facilitando el accionar de aquellos colectivos que, por un motivo u otro, resultaran marginados por el mercado. En ambos casos trasparentando hacia el conjunto de la sociedad la inversión pública en el campo cultural. Tanto por principios republicanos elementales, cuanto para garantizar que haya verdadero apoyo estatal y no manipulación gubernamental del campo cultural. Hace poco comentábamos, como ejemplo cercano y en vías de implementación, el caso de Uruguay y sus fondos concursables. Ciertamente hay otros en la Argentina cuyo comentario tenemos demorado. La construcción de un mapa de financiamiento posible podría sintetizarse rápidamente en tres grandes rubros: - El aporte privado a partir de prácticas como el auspicio, el sponsoreo y otros similares basados en el aporte que una organización privada hace a las actividades culturales a cambio de la exhibición de su marca. - La recaudación propia de la actividad a partir de la venta de entradas u otro tipo de servicios – por ejemplo la trasmisión televisiva del evento, o la venta de grabaciones, etcétera. - El aporte del estado, en sus distintos niveles, que puede incluir desde fondos presupuestarios de distintos orígenes, facilidad de uso de ciertas instalaciones (por caso un teatro) o de ciertos espacios públicos particularmente significativos (por ejemplo la Feria de Mataderos). Un estudio firmado por Sandra Rapetti de la Universidad de la República (Uruguay) y publicada por la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA analiza diversas investigaciones sobre el financiamiento de espectáculos públicos que nos parece representativa de esta mirada:
Analiza además un conjunto estadístico elaborado sobre varios países de América, entre ellos la Argentina:
Las conceptualizaciones y la metodología utilizadas en este estudio mantienen una vigencia que va más allá de la antigüedad de los datos. El fenómeno de fondo (cómo se financian las actividades culturales) no ha cambiado en sus aspectos centrales. El estudio citado no aborda – probablemente por su carácter cuantitativo – uno de los recursos cruciales de la gestión cultural: el prestigio. Solemos decir que todo proyecto cultural es financiable en la medida de su prestigio. De modo que a la pregunta ¿De dónde sacamos el dinero para realizar este o aquel proyecto? Respondemos cambiando la pregunta: ¿Qué prestigio puede aportarse al proyecto? ¿Puede alguien recomendarlo? ¿Qué antecedentes tiene el equipo de gestión? ¿Se ha obtenido algún premio o ganado algún concurso? ¿Cómo hace una persona para empezar? ¿Cómo se pasa del anonimato al prestigio? En realidad esto nunca ocurre, siempre hay una etapa de transición, de aprendizaje, de colaboración en proyectos de otras personas o instituciones. Se trata de gestionar esa etapa, formular proyectos que nos involucren, utilizar herramientas de diagnóstico – por caso el FODA – y buscar alianzas que mejoren nuestro posicionamiento. Hacer gestión cultural en suma.
Ocuparse de la cultura no es una cuestión gustos. Los Estados, en los distintos ámbitos y jurisdicciones, atienden los temas relacionados con su cultura y con aquellos aspectos de la misma que en determinado momento histórico interesan y preocupan a quienes gobiernan y a sus sociedades.
Aveces, las iniciativas planteadas tienen un recorrer corto o apuntan a resolver cuestiones puntuales, por ejemplo declarar de interés histórico y/o cultural alguna construcción, monumento o espacio que representa el sentir de un barrio o ciudad, sólo por citar un caso. Pero otras veces, es necesario establecer pautas que trasciendan la actualidad generando políticas de mediano y largo plazo que garanticen a las sociedades la producción, difusión, reproducción, circulación y protección de los bienes materiales o simbólicos que le otorgan identidad a las mismas, respetando asimismo tanto la diversidad como el sentir y las expresiones locales.
Hacer políticas culturales o políticas públicas en el campo de la cultura es establecer criterios y realizar los cursos de acción necesarios para atender el interés colectivo que deben proteger. En este caso también dependerá, como no nos cansamos de repetir, del concepto de cultura y el consecuente modelo de gestión que se disponga.
Las políticas culturales o públicas en cualquiera de sus ramas, no son meras declaraciones públicas de voluntad sino que se plasman a través de los instrumentos técnicos-legales correspondientes, llámense leyes, convenciones u otro, de alcance general que impacte en los derechos de los administrados.
Este fenómeno se pone de manifiesto tanto en los Estados Nacionales, Provinciales, Municipales, y yendo más allá aún, en las asociaciones o comunidades internacionales, las cuales establecen pautas de conducta comunes y reglamentan con el apoyo de los Estados miembros.
En otros casos, existen organismos e instituciones que tienen su fuerte en la difusión de políticas y actividades relacionadas a la cultura, dando el espacio necesario para la crítica, el debate que permitan poner a prueba las iniciativas llevadas a cabo por los Estados y además sirven de plataforma de intercambio y cooperación entre éstos (no deben olvidarse en la red de implementación de las distintas políticas a las organizaciones civiles, públicas no estatales que juegan un papel crucial, aunque no sean materia a tratarse en este artículo).
Generalmente, los temas predilectos para ser abordados por los organismos internacionales suelen ser la educación, la ciencia, la cultura, las nuevas tecnologías de la información y comunicación, diversidad cultural y desarrollo local, entre tantos.
Más allá de esta introducción teórica, es interesante tomar al respecto casos testigo, por lo menos dos de ellos con peso específico como son la OEI y la UNESCO.
(Extraído textualmente de sus sitios de Internet)
OEI:
“La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) es un organismo internacional de carácter gubernamental para la cooperación entre los países iberoamericanos en el campo de la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura en el contexto del desarrollo integral, la democracia y la integración regional”.
UNESCO:
“La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) nació el 16 de noviembre de 1945. Lo más importante para este organismo de las Naciones Unidas no es construir escuelas en países devastados o publicar hallazgos científicos. El objetivo de la Organización es mucho más amplio y ambicioso: construir la paz en la mente de los hombres mediante la educación, la cultura, las ciencias naturales y sociales y la comunicación”.
“La UNESCO promueve la cooperación internacional en materia de educación, ciencia, cultura y comunicación entre sus 193 Estados Miembros y sus seis Miembros Asociados”.
JOSÉ MARÍA LASSALLE, Diputado del PP español firma un artículo de opinión en El Pais.Com bajo el título: “Cultura y modelo de crecimiento”. Sin que esto se interprete en modo alguno como una adhesión a su postura política nos parece un excelente punto de partida para plantear algunas ideas sobre la relación entre cultura, política y estado. Debate que imaginamos eterno como la cultura misma: sujeta, por definición, al cambio, la innovación y la polémica. No es nuestra intención opinar sobre el fondo de las cuestiones que afirma sobre la realidad española sino ver en qué medida sus postulados pueden sernos de utilidad para nuestros países.
“Entrado el siglo XXI no puede seguir hablándose de la cultura y proyectar sobre ella las sombras de una confrontación ideológica ensayada por los totalitarismos de entreguerras. Ya está bien de que se sigan asumiendo esquemas gramscianos que quieren monopolizar la visibilidad y representación pública de la cultura. En este sentido, no puede continuar alimentándose el desencuentro y la hostilidad.”(…) “Hoy, la cultura exige un modelo de gestión que sirva y estimule la esencia de aquélla sin apriorismos dirigistas ni intervencionistas. Esto es, un modelo abierto que sirva a la libertad del creador, que defienda el talento y el genio creativos, que impulse el acceso igualitario y cosmopolita a la cultura, pero que al mismo tiempo tenga la capacidad institucional de orillar las banderías ideológicas o partidistas, de desterrar los localismos, así como las prácticas reduccionistas que han convertido la política cultural de algunas comunidades autónomas en una especie de erial al servicio del clientelismo.”
La política – entendida como búsqueda y conservación del poder y aún como arte del bien común – es un emergente de la cultura y no a la inversa. Gramsci es inseparable de la cultura italiana como Adam Smith de la inglesa. Pero es cierto que Europa – el mundo en general – no son hoy lo que fueron en 1850, ni siquiera en 1930 o 1980. Desde ambos puntos de vista es cierto que mantener las políticas culturales ancladas en los conflictos de entreguerras es, cuando menos, un despropósito. Probablemente debiera decirse otro tanto de los debates de posguerra en torno a las industrias culturales. La fenomenal democratización de los medios de comunicación que siguió a la implosión del estado soviético ha ampliado a niveles impensables la participación de las personas en los mercados culturales. Pero no hizo desaparecer las tendencias monopólicas de ciertos capitalismos ni la concentración de audiencias en unos pocos grandes difusores ni, mucho menos, la disparidad de accesos a la cultura que sufren muchos colectivos y aún regiones enteras del planeta. Ningún estado – ni toda su burocracia cultural junta – podrá generar jamás un Picasso o un Borges. Pero sin el estado muchos todavía no sabrían leer ni podrían ir a una galería de arte ni, mucho menos, acceder a una educación artística. Tachar de “dirigista e intervencionista” la activa participación del estado en el campo cultural de modo apriorístico es tan antiguo como debatirla exclusivamente en términos marxistas. Párrafo aparte merece el tema de “desterrar los localismos”, pero sobre esto volveremos luego.
“Precisamente, hoy, cuando el siglo XXI trastorna buena parte de los contenidos que corresponden a la cultura, se echa de menos un Estado que fortalezca su proyección cultural a la hora de impulsar interiormente la vertebración común de nuestra nación, su imagen exterior y el aprovechamiento de todas las utilidades económicas asociadas al desarrollo de nuestras incipientes industrias culturales.” (…) “España tiene ante sí el reto de hacer de su cultura plural, pero común gracias al soporte del castellano, un sector estratégico al que orientar sus energías emprendedoras. Juan Carlos Giménez ha destacado el "valor económico del español" asociado al poder de compra e intercambio que tiene un club internacional con 450 millones de hablantes en todo el mundo. Nuestras industrias culturales son plenamente conscientes de ello, pero no nuestra sociedad ni tampoco nuestros poderes públicos. La disgregación de competencias, el solapamiento de instituciones, la fragmentación y la carencia de una estrategia de Estado lastran las posibilidades de acción en este ámbito. España no necesita un modelo dirigista que emule el diseño de excepcionalidad planteado por Francia. (…) El modelo de crecimiento que debemos ser capaces de impulsar debe confiar en la fortaleza de sus emprendedores y el talento genial de sus creadores. Ha de encontrar estímulos para que alcance por sí solo su mayoría de edad, no corsés que asfixien la extraordinaria potencialidad de crecimiento que aloja en su seno. Debe coordinar y poner en unas solas manos una acción de fomento que, despojada de retóricas nacionalistas y estatistas, canalice toda nuestra energía cultural hacia el exterior.”
Estos son tiempos de explosión global. Tanto por el impulso ya imparable que tiene la formación de una cultura planetaria cuanto por la crisis derramada desde los mercados financieros hacia la economía global. La proyección de la propia cultura como estrategia de desarrollo –coincidimos con el diputado español – es o debiera ser el objetivo prioritario de nuestros estados. Porque la planetarización de la cultura no será igual si reproduce las hegemonías de la guerra fría que si resulta de la interacción más o menos igualitaria de la compleja, heterogénea y cambiante diversidad cultural de la experiencia humana. ¿Y lo local? Partamos del mismo ejemplo: las 450 millones de personas que hablamos castellano no queremos ser reducidas a la categoría de hispanohablantes. Muchas de esas personas tiene además una segunda lengua: catalán, mapuche, aymará o gallego por citar algunos ejemplos bioceánicos. Otras muchas hablamos también inglés como segunda lengua o como lengua del habitar cotidiano, tal el caso de los hispanohablantes de Estados Unidos. El idioma porta la identidad cultural y la expresa pero la identidad cultural excede al idioma conteniendo otros aspectos de la cultura de los pueblos. Esos aspectos ocurren en un territorio concreto, un hábitat culturizado que no puede ser considerado un simple localismo a “desterrar” sin más. El negocio de la lengua común tiene el valor de las capacidades, talentos y convivencias que seamos capaces de poner en juego las personas e instituciones que la usamos cotidianamente. Y nada mejor para impedir la convivencia que la imposición de una identidad apriorística aunque sea a excusa del común idioma. Cultura, política y estado deben articularse en la proyección global de la diversidad humana, enriqueciendo las culturas territoriales y fecundando la cultura global con los valores, estéticas y prácticas que hombres y mujeres vivimos cotidianamente en nuestros territorios, tengan el tamaño que tengan. Alguien llamó a esto cultura glocal.
No es fácil pensar en un funcionario público como en un emprendedor cultural pero tal es el caso del Director de Cultura de la Intendencia Municipal de San José, República Oriental del Uruguay, nuestro amigo Juan Carlos Barreto. Lo conocimos en oportunidad de dictar algunos seminarios en ese país invitados por la Agencia Española de Cooperación Cultural. Barreto es artista plástico, administrador cultural público e integrante de una exitosa agrupación del carnaval uruguayo. Todo esto nos lo narra en una entrevista que hiciéramos vía mail en los últimos meses. Veamos algunas de las afirmaciones que compartió con nosotros:
“Al entrar de lleno al mundo del diseño y la publicidad empiezo a darme cuenta que a esos "talentos y creadores" les faltaba algo. Su tiempo al crear, meses de preparar un espectáculo teatral, temas adecuados para la grabación, la mejor exposición pronta para mostrar pero… no sabemos como venderla, como "gestionarla". Así que ese "clic", se hace en mí entrados los años 90, cuando hablar de publicidad, diseño y gestión en Uruguay era una rareza. La relación entre la creación y la gestión, deben "sí o sí" estar plenamente conectadas entre la elaboración y preparación de un producto cultural y el modo de comunicación que desarrollaremos para "poner en escena, editar, mostrar o presentar" ante nuestros "potenciales clientes".” (…) “El perfil profesional creo que comienza cuando te das cuenta que necesitas más herramientas y quieres ser más perfeccionista en tus acciones” (…) "Mi gran reto en gestionar bien entonces lo argumento en tres conceptos básicos “diseñar, innovar, y comunicar””
Vale la pena leer la entrevista completa para ver cómo se va conformando una carrera profesional que va del creador artístico, al emprendedor y gestor cultural y de allí a la administración cultural pública.
El boletín electrónico Cultura La Plata informa la convocatoria al "10º Concurso nacional de cortometrajes realizados por mujeres" y agrega:
"Podrán participar películas y videos realizados a partir del 1° de agosto de 2007, que no hayan competido en ediciones anteriores del Concurso organizado por La Mujer y el Cine.Para participar en el concurso serán considerados cortometrajes los trabajos de hasta 30 minutos incluyendo los títulos. Las interesadas pueden solicitar información en nuestra página Web, La Mujer y el cine, donde encontrarán la ficha de inscripción que deben completar e imprimir y enviar junto con el DVD del trabajo a concursar en un mismo sobre, a las realizadoras que envíen sus trabajos por correo postal, se aceptaran los envíos hasta el 30 de julio (por el matasellos) a la dirección que se consigna a continuación."
Docentes de gestión cultural de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Hemos trabajado, entre otros, con el Centro Cultural de España en Montevideo, la Casa de la Cultura Ecuatoriana, la Fundación Ortega y Gasset, el Consejo Federal de Inversiones, el Fondo Metropolitano de Cultura y la Cancillería de la Argentina. Publicaciones, formación académica y desempeño profesional disponible en nuestros perfiles.
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