Una librería es, sin duda, un eslabón dentro de una de las industrias culturales más antiguas que existen, sino la más.
Pero si además la librería tiene un "propietario" reconocible; con quien se puede conversar sobre autores y textos, que se ocupa de tratar al cliente como lector; como un co-creador de sentido junto al autor; entonces es un emprendimiento cultural.
Un lector nos acercó el blog de capitulo dos, una librería independiente de Buenos Aires que acaba de cerrar su local en Alto Palermo. Con el título de "Carta abierta a las librerías independientes" el autor cuenta cómo inició su emprendimiento, cómo lo hizo crecer y por qué finalmente cerró ese local. Una muy interesante reflexión sobre las industrias culturales y los emprendimientos en tiempos de globalización.
La libertad de comercio está también emparentada con la libre circulación de contenidos y en tal sentido merece ser protegida. Pero la preservación de la diversidad cultural también necesita protección; es tiempo que la gestión cultural recorra ambos extremos y no uno solo. La convención sobre "Protección y la Promoción de las Expresiones Culturales" no debiera ser un instrumento muerto.
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