Hace un año atrás proponíamos “celebrar la esperanza”. Hoy preferimos preguntarnos ¿Qué celebramos?
Entre el 25 de diciembre y el primero de enero, en cada año, algo más de dos mil millones de personas celebramos en común a lo largo y lo ancho de todo el planeta – o casi.
Cierto es que para celebrar utilizamos símbolos tan diversos que, en algún extremo, chocan entre sí.
Algunos prefieren la representación de un pesebre y otros un árbol. Escena inicial del cristianismo el primero; tradición alguna vez tildada de bárbara el segundo.
Los Reyes Magos – tres o cuatro según las tradiciones – compiten con un personaje más moderno, ecléctico y acusado de ser un mero promotor comercial como lo es Papá Noel.
También los alimentos y bebidas utilizados son diversos. Para algunos no hay navidad si sobre la mesa no hay un pavo asado – ave americana si las hay. Otros preferimos – por caso – un cordero, patagónico o no. Todo es diverso y simultáneo.
¿Qué celebramos entonces? Para los cristianos practicantes – en sus también diversas tradiciones – se celebra la natividad de Jesús Cristo. Y, por añadidura, el fin de año según el calendario gregoriano.
¿Pero que celebran aquellos que no practican el cristianismo o, incluso, practican otra religión? ¿O aquellas personas que decididamente no adhieren a ningún culto religioso?
La navidad – prescindiendo de sus razones de fe – tiene como símbolo su propia historia. Fue establecida, en realidad, sobre la fecha de una fiesta pagana de la antigua Roma muy popular en su tiempo e inculturada de este modo por la Iglesia Católica.
Se trataba de la fiesta del sol de acuerdo al calendario boreal. Algo similar a la celebración del año nuevo que nuestros hermanos mapuches – y otros pueblos originarios – realizan alrededor del 24 de junio.
Cada nación e incluso cada ciudad han ido desarrollando sus propios símbolos a esta tradición de modo que enumerarlos todos sería imposible.
Sin embargo, y con todas estas diversidades, más de dos mil millones de personas celebramos en común. De allí la pertinencia de la pregunta ¿Qué celebramos entonces?
Creo que el poder que tiene una cultura para re-unirnos en un encuentro común. La capacidad de un conjunto de símbolos que, siendo diversos, pueden expresar un cierto modo de ser que es parte del inagotable repertorio humano.
Un modo de ser que ha sabido de grandezas y miserias; de conflictos y esperanzas. Pero al que pertenecemos desde la diferencia.
Algunos dirán occidente, otros cristianismo. La verdad es que no hay un símbolo que abarque unívocamente toda esta diversidad. Quizás celebremos eso: que en estas fechas podemos reconocernos en un rito común. Más de dos mil millones de personas buscando una cultura común.
Una cultura que, dada su enorme diversidad, podemos vivir desde sus costados más humanos, creativos y abiertos a otras experiencias no menos humanas.
Haciéndonos cargo de que, también en nombre de esa cultura, se han cometido enormes injusticias contra otros pueblos y culturas. Que se ha perseguido a propios y extraños porque se atrevieron a pensar y vivir en diferencia.
Hacerse cargo pidiendo perdón pero sobre todo comprometiéndonos a reparar las injusticias promoviendo la paz, la justicia y la convivencia.
Expresando en el arte y en la vida nuestro afán de sentido. Y eso ya es cultura; por eso nuestro deseo para todas las personas de buena volunta: Feliz Cultura 2008
Cerrando con un poema tradicional adaptado alguna vez desde el inglés por María Elena Walsh y cantado por Jairo:
Venceremos
(Fragmento - We shall over come)
En mi alma yo sé
con honda fe
que pronto venceremos
juntos lucharemos hasta el final
quiero que mi país sea feliz
con amor y libertad
solo con justicia
nos haremos dueños de la paz
Quiero que mi país sea feliz
con amor y libertad
No tenemos miedo
no tendremos miedo nunca más
Quiero que mi país sea feliz
con amor y libertad
Entre el 25 de diciembre y el primero de enero, en cada año, algo más de dos mil millones de personas celebramos en común a lo largo y lo ancho de todo el planeta – o casi.
Cierto es que para celebrar utilizamos símbolos tan diversos que, en algún extremo, chocan entre sí.
Algunos prefieren la representación de un pesebre y otros un árbol. Escena inicial del cristianismo el primero; tradición alguna vez tildada de bárbara el segundo.
Los Reyes Magos – tres o cuatro según las tradiciones – compiten con un personaje más moderno, ecléctico y acusado de ser un mero promotor comercial como lo es Papá Noel.
También los alimentos y bebidas utilizados son diversos. Para algunos no hay navidad si sobre la mesa no hay un pavo asado – ave americana si las hay. Otros preferimos – por caso – un cordero, patagónico o no. Todo es diverso y simultáneo.
¿Qué celebramos entonces? Para los cristianos practicantes – en sus también diversas tradiciones – se celebra la natividad de Jesús Cristo. Y, por añadidura, el fin de año según el calendario gregoriano.
¿Pero que celebran aquellos que no practican el cristianismo o, incluso, practican otra religión? ¿O aquellas personas que decididamente no adhieren a ningún culto religioso?
La navidad – prescindiendo de sus razones de fe – tiene como símbolo su propia historia. Fue establecida, en realidad, sobre la fecha de una fiesta pagana de la antigua Roma muy popular en su tiempo e inculturada de este modo por la Iglesia Católica.
Se trataba de la fiesta del sol de acuerdo al calendario boreal. Algo similar a la celebración del año nuevo que nuestros hermanos mapuches – y otros pueblos originarios – realizan alrededor del 24 de junio.
Cada nación e incluso cada ciudad han ido desarrollando sus propios símbolos a esta tradición de modo que enumerarlos todos sería imposible.
Sin embargo, y con todas estas diversidades, más de dos mil millones de personas celebramos en común. De allí la pertinencia de la pregunta ¿Qué celebramos entonces?
Creo que el poder que tiene una cultura para re-unirnos en un encuentro común. La capacidad de un conjunto de símbolos que, siendo diversos, pueden expresar un cierto modo de ser que es parte del inagotable repertorio humano.
Un modo de ser que ha sabido de grandezas y miserias; de conflictos y esperanzas. Pero al que pertenecemos desde la diferencia.
Algunos dirán occidente, otros cristianismo. La verdad es que no hay un símbolo que abarque unívocamente toda esta diversidad. Quizás celebremos eso: que en estas fechas podemos reconocernos en un rito común. Más de dos mil millones de personas buscando una cultura común.
Una cultura que, dada su enorme diversidad, podemos vivir desde sus costados más humanos, creativos y abiertos a otras experiencias no menos humanas.
Haciéndonos cargo de que, también en nombre de esa cultura, se han cometido enormes injusticias contra otros pueblos y culturas. Que se ha perseguido a propios y extraños porque se atrevieron a pensar y vivir en diferencia.
Hacerse cargo pidiendo perdón pero sobre todo comprometiéndonos a reparar las injusticias promoviendo la paz, la justicia y la convivencia.
Expresando en el arte y en la vida nuestro afán de sentido. Y eso ya es cultura; por eso nuestro deseo para todas las personas de buena volunta: Feliz Cultura 2008
Cerrando con un poema tradicional adaptado alguna vez desde el inglés por María Elena Walsh y cantado por Jairo:
Venceremos
(Fragmento - We shall over come)
En mi alma yo sé
con honda fe
que pronto venceremos
juntos lucharemos hasta el final
quiero que mi país sea feliz
con amor y libertad
solo con justicia
nos haremos dueños de la paz
Quiero que mi país sea feliz
con amor y libertad
No tenemos miedo
no tendremos miedo nunca más
Quiero que mi país sea feliz
con amor y libertad
1 comentario:
Preguntarnos que festejamos en mundo tan diferente, pero enigmatico en estas cuestiones sigue siendo la pregunta del millón para varios pensadores como usted. Nosotros los pragmaticos tenemos claro que la Navidad festejamos no solamente el nacimiento de Jesus, sino la muerte y el renacer del HOMBRE VIEJO al HOMBRE NUEVO, de ver al mundo con otros ojos, de tratar de entender cual es nuestro desafio en la vida de paso que os toca vivir, que dejaremos como enseñanza de vida a los demas. Festejar en estas fiestas se ha tornado, como en muchas cosas un tema turistico y/o comercial, pero poco o nada se dice de la importancia de la familia en estos momentos. Por eso van mis saludos a todos aquellos que comparten este blog, para que en estas fiestas la familia de la cultura nos haga renacer en Hombres Nuevos pero con la experiencia de los Hombres Viejos.
Un abrazo
ABEL
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