21 octubre, 2009

La UNESCO y la diversidad cultural


La UNESCO ha publicado un informe titulado “Invertir en la diversidad cultural y el diálogo intercultural”. Un resumen del mismo puede bajarse en versión pdf. Son unas cuarenta páginas al que seguramente deberemos volver en más de una oportunidad. Dice, a modo de presentación:


La diversidad cultural ha comenzado a suscitar un interés fundamental al iniciarse el nuevo siglo. Sin embargo, los significados que se le asignan a esta expresión “comodín” son tan variados como cambiantes. Algunos consideran que la diversidad cultural es intrínsecamente positiva, en la medida en que se refiere a un intercambio de la riqueza inherente a cada cultura del mundo y, por ende, a los vínculos que nos unen en los procesos de diálogo e intercambio. Para otros, las diferencias culturales son la causa de que perdamos de vista lo que tenemos en común en cuanto seres humanos y, por lo tanto, constituyen la raíz de numerosos conflictos. Este segundo diagnóstico resulta hoy tanto más digno de crédito cuanto que la mundialización ha aumentado los puntos de interacción y fricción entre las culturas, originando tensiones, repliegues y reivindicaciones en relación con la identidad, en particular de índole religiosa, que se convierten en fuentes potenciales de conflicto. Por consiguiente, el desafío fundamental consistiría en proponer una perspectiva coherente de la diversidad cultural y, por su conducto, aclarar cómo, lejos de ser una amenaza, puede contribuir a las medidas que adopte la comunidad internacional. Éste es el objetivo esencial del presente informe.


Veamos algunos datos contenidos en el informe:


La mitad de las lenguas que existen actualmente (se estima que su número se cifra entre seis y ocho mil) las hablan menos de 10.000 personas y se afirma que cada dos semanas desaparece una de ellas.

Los datos recopilados por el Index Translationum muestran que el 55% de todas las traducciones de libros corresponde a obras escritas originalmente en inglés, frente a un 6,5% de obras traducidas a este idioma

En 2006, el sector de los medios de comunicación y la cultura representaba más del 7% del producto interno bruto (PIB) mundial y tenía un valor aproximado de 1,3 billones de dólares, es decir, prácticamente el doble de los ingresos provenientes del turismo internacional ese año (estimados en 680.000 millones de dólares).

En la década de 1990, en los países de la OCDE, la economía de la creación y la cultura creció a un ritmo anual dos veces superior al del sector de los servicios y cuatro veces superior al del sector industrial

La participación de África en el comercio mundial de productos creativos, por ejemplo, continúa siendo insignificante (menos del 1% de las exportaciones mundiales), a pesar de la abundancia de talentos creadores con que cuenta.

Los resultados de trabajos de investigación recientes parecen confirmar la existencia de un vínculo positivo entre la diversidad y los resultados económicos y financieros de las empresas multinacionales. De hecho, las empresas están fomentando la “inteligencia cultural”, centrándose en las ventajas que puede ofrecer la diversidad de empleados, a saber: mayor creatividad e innovación; comercialización más eficaz de productos entre distintos tipos de consumidores; ampliación del proceso de adopción de decisiones, a medida que las firmas se internacionalizan y se hallan en situaciones y contextos más variados; selección cuidadosa de los empleados y mejora de su capacitación; y creación de estructuras de buena administración que salven las distancias entre esquemas diferentes de la cultura de empresa.

La diversidad cultural es – como se sostiene en el informe – un hecho. Y además un hecho con una inmensa significación simbólica y también económica. Conocerla, comprenderla y gestionarla es, de lejos, el principal desafío para la gestión cultural de las próximas décadas.

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19 octubre, 2009

El patrimonio cultural inmaterial produce nuevos significados

La investigadora mexicana Lourdes Arizpe afirmó que “el patrimonio cultural inmaterial es una práctica que produce nuevos significados. Es ir al trueque al mercado llevando un chiquihuite de fruta, es llevar un objeto al altar de Día de Muertos o colocar flores de cempoalxochitl en noviembre en el zócalo de la ciudad.
En una nota publicada en el portal “Ciudadanía Express” agregó que: “…en la lista de Patrimonio de la Humanidad, México es uno de los países con más lugares registrados, hecho que muestra la importancia de comprender el legado inmaterial que se entreteje en torno a estos sitios.” (…) “El término de patrimonio cultural inmaterial va más allá de lo que antes se llamaba folclor o, de manera más general, usos y costumbres. En un mundo que está destruyendo a toda velocidad prácticas culturales muy valiosas, ha crecido el afán por salvaguardar, como dice José Saramago, lo que nos acabaría haciendo falta.

En otras entradas de este blog nos referíamos a los riesgos que el cambio climático y el turismo representan para el patrimonio cultural. De un modo, quizás más grave, ciertas formas de la cultura de masas son una amenaza para el desarrollo del patrimonio cultural inmaterial de los pueblos. Bien lo dice Lourdes Arizpe:

Por una parte, la pobreza, las migraciones y el predominio de un consumo de mercado afectan la producción de artesanías y que las comunidades puedan financiar su vida ritual y festiva. Por otra, los programas de televisión, audiovisuales y películas, generan un cambio cultural que no se sabe a bien cómo manejar”.

El empobrecimiento material de las comunidades así como la destrucción de sus componentes simbólicos son riesgos ciertos – evidentes y patéticos en muchos casos – que se retroalimentan mutuamente.
Comprender la profundidad de estos fenómenos es el primer paso para comenzar a revertirlos. De allí la relevancia de investigaciones como la producida por la autora mexicana.

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16 octubre, 2009

Diversidad y modernidad: un aporte negro a la cultura

Un artículo firmado por Daniel Mera Villamizar con el título “Negros, modernidad y diversidad” pone en discusión el lugar de “los negros” en la cultura colombiana. Su lectura nos parece imprescindible para quienes nos dedicamos a la gestión cultural ya que pone en discusión temas tales como modernidad y diversidad cultural, resistencia y cambio, etnicidad e identidad en tiempos en que frecuentemente se acumulan significados como si todo fuera lo mismo.
Sus postulados refieren a la identidad negra – o afrodescendiente – en Colombia pero pueden, a nuestro juicio, trasplantarse al resto del territorio americano y, casi, a cualquiera de las culturas que fueron subsumidas en este tremendo experimento humano que es la construcción de las muchas Américas que conviven en nuestra geografía.

Empieza el autor estableciendo una cierta prelación entre modernidad y diversidad:
Vivamos la diversidad sin descuidar la modernidad. Primero, la construcción de la modernidad (de todos); segundo, cultivar la diversidad (de la región o el grupo).

Dice, sobre la modernidad: “…es pasar de una “vida solitaria, pobre, primitiva, brutal y breve” (añadiría, “y servil”), a una vida autónoma, provista (no que todos tengamos lo mismo), cultivada, larga y libre (para todos).

Y, sobre la diversidad: “Es la manifestación de la diferencia. Y aquí importa mucho distinguir entre “diferencia cultural expresiva” y “diferencia cultural radical”

Concibe la diferencia radical cómo búsqueda de autonomía – incluso y eventualmente – desde el punto de vista territorial. Y la expresiva como una singularidad estética. Una distinción que alguna vez convendría profundizar.
Agrega sobre la diversidad una mirada que – aunque el autor no lo exprese – interpela a ciertas etnicidades extraviadas que suelen terminar en autoritarismos variopintos:

La diversidad cultural producto de la diferencia expresiva, hace parte de la modernidad, la enriquece, y muy difícilmente es contraria a ésta, a menos que se la magnifique para utilizarla políticamente al servicio de visiones que desprecian el proyecto de nación y las ideas que lo sustentan.

Plantea, para Colombia, un reclamo que estimamos legítimo para toda la América pero que desde ya es absolutamente pertinente para la Argentina:

Es un error bienintencionado valorar lo negro o afro solamente en relación con la diversidad cultural, pues hemos hecho un doble aporte a la nación colombiana: tanto al proyecto de la modernidad como a la diversidad cultural. El error nace de creer que la legitimidad de los negros en la nación es principalmente cultural, pues la “nación es pluriétnica y multicultural”. (…)Así que en vísperas del Bicentenario, tenemos la enorme tarea de rescatar y valorar el aporte negro a la modernidad colombiana. Esto permitirá argumentar que la primera legitimidad de los negros en nuestra nación es política.

Los negros fueron las primeras líneas de infantería en los ejércitos patrios que, formados en la Argentina, lucharon contra el colonialismo hasta los campos de Ecuador luego de haber pasado por Chile y Perú. También en las montoneras y ejércitos regulares que combatieron en nuestras guerras civiles del siglo xix y en la atroz guerra de la triple alianza que, injustamente, llevamos a nuestros hermanos del Paraguay.
Pero, insistimos, esto que se dice de las minorías negras puede hacerse extensivo a las diferentes comunidades originarias así como a los muchos “gringos” que poblaron el territorio de nuestro país. Hay allí una legitimidad de ciudadanía que es tan fuerte como la legitimidad basada en la diversidad cultural y que nos convierte en deudores de las culturas minoritarias sin más.
¿Qué necesita una persona para acreditar esa pertenencia a una cultura minoritaria o, como sostiene el autor, ser étnico?

Para ser ‘negros’ o ‘étnicos’ no es necesario haber nacido con partera, ni saber montar en canoa, o comer pescado sin espinarse, ni tener una relación vinculante con la tierra, ni tener curas naturales, ni hijos en muchas mujeres, por poner “signos” que suelen desaparecer con la modernidad. Si se quiere, ese es un tipo de “etnicidad”.” (…)Lo “étnico” debería poder viajar a través de las distintas capas socioeconómicas del grupo. Si lo “étnico” se asocia a las costumbres de los más pobres o aislados en el grupo poblacional, entonces ese tipo de “etnicidad” desaparecerá con el tiempo, como ha venido pasando. En cambio, si se expanden las clases medias negras y resignificamos en términos modernos lo étnico, como parte de la diversidad cultural de la nación, la “identidad negra” se fortalecerá y lo étnico no desaparecerá sino que se masificará. De paso, los portadores ancestrales podrán vivir dignamente de tales manifestaciones culturales.

Hay mucho más en el artículo que conviene leer en la misma integridad que propone el autor. Simplemente queremos dejar planteadas estas cuestiones que nos parecen centrales a la hora de pensar las relaciones entre identidad y cultura. Creemos firmemente que se puede tener identidades distintas – diferencias expresivas – y ser parte de una misma cultura – carecer de diferencias radicales. La gestión cultural puede construir estrategias de vida – cultura, en la definición de Kusch – entre los diversos.

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30 septiembre, 2009

El tango es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad

El tango integra desde hoy la lista de patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO, según lo dispuesto este organismo en la reunión que realiza en Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes.
El músico y embajador argentino ante ese organismo, Miguel Angel Estrella, declaró que

…su primer pensamiento tras la decisión de la UNESCO fue para aquellos conventillos (casa de vecindad) "donde nacían nuestras abuelas y donde vivía la gente que inventó los primeros tangos". "Muchos de ellos eran trabajadores, no venían del mundo intelectual. Pensé en ellos, en los negros (...) y en toda esa gente que tuvo esa pasión y la continuó, pese al rechazo que generaba en las clases medias y en las clases dominantes"

Hay que decir además que el tango tuvo también otras fuentes no menos orilleras que los conventillos. La descomposición de la gran aldea casi rural que era Buenos Aires en la segunda mitad del siglo diecinueve dio lugar a la transformación del gaucho – prototipo rural – en el orillero y compadrito que alimentó los orígenes del tango.
Dice al respecto el portal Argentina.ar:


La tradición argentina y uruguaya del tango, hoy conocida en el mundo entero, nació en la cuenca del Río de la Plata, entre las clases populares de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo. En esta región, donde se mezclan los emigrantes europeos, los descendientes de esclavos africanos y los nativos (criollos), se produjo una amalgama de costumbres, creencias y ritos que se transformó en una identidad cultural específica. Entre las expresiones más características de esa identidad figuran la música, la danza y la poesía del tango que son, a la vez, una encarnación y un vector de la diversidad y del diálogo cultural.”

Según un portal uruguayo:

La Intendencia Municipal de Montevideo, a través del Departamento de Cultura, y el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, han acordado presentar ante la UNESCO la propuesta de incorporar al tango a la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El convenio firmado el pasado 30 de setiembre de 2008, en la ciudad de Buenos Aires, por el señor Eduardo León Duter, Director de Promoción Cultural y el señor Ministro Ing. Hernán Santiago Lombardi. Este arte que se ha ganado el status de expresión cultural universal, nos conmueve y moviliza no solamente a uruguayos y argentinos. Debido a ello el Departamento de Cultura de la IMM, invita a las personalidades de la cultura a adherir a la presentación de este proyecto. Desde el Gobierno Departamental y Nacional sentimos que es una oportunidad de seguir revalorizando y preservando nuestra identidad.

La declaración de un fenómeno como patrimonio cultural inmaterial supone un firme compromiso con su preservación y difusión. Y, más importante que ello, debiera además generar políticas culturales específicas para proyectarlo al más amplio horizonte de la experiencia humana.
Un compromiso hacia y desde la propia identidad cultural con la gestación de una auténtica cultura universal capaz de contener todas las voces. Desde ya es auspicioso que este proyecto haya nacido desde ambas márgenes del Río de la Plata superando viejas mezquindades. Quizás sirva como modelo para trabajar juntos otras manifestaciones culturales comunes. Se me ocurren, rápidamente y como simples ejemplos la chamarrita y el candombe.

17 septiembre, 2009

Gestión cultural y libertad de expresión

Una nota del diario Los Andes de Mendoza da cuenta de un conflicto entre una artista plástica de esa ciudad y un banco cooperativo que censuró las pinturas que iban a exponerse en la sucursal mendocina del mismo.
El hecho tiene varias aristas que conviene pensar desde la gestión cultural. Veamos que publica el diario en torno a lo dicho por los protagonistas:

La imagen de una Virgen sobre un cuerpo desnudo de mujer era una metáfora social y a la vez el reflejo de la relación entre la simbología femenina y la iconografía religiosa. La obra formaba parte de la muestra "Cuerpos sin espinas" y fue una creación de la artista plástica mendocina Cristina Pérez. Sin embargo su visión del mundo tuvo un paso fugaz ante la vista de los visitantes porque fue levantada sin aviso tres días después de su inauguración en la sala de arte Juan Scalco, del banco Credicoop ubicado en calle 9 de Julio de ciudad. ¿Las razones? Directivos del banco aseguraron que las obras eran "ofensivas" y las retiraron porque habían recibido quejas de algunos clientes. La artista reclamó pero la muestra no volvió a exhibirse allí.” (…)
"No sólo hubo una ruptura del vínculo contractual sino que hubo discriminación. La muestra fue levantada de mala manera en un banco muy progresista y muy democrático porque es una cooperativa y se jacta de eso. Lo llamativo es que nadie objetó la muestra antes, y la conocían. El problema es la discriminación por la temática de la obra y nadie tiene el derecho a juzgar una expresión artística", agrega el letrado. Para conocer la decisión del banco frente a la decisión judicial, Los Andes se comunicó con directivos del banco Credicoop que se comprometieron a realizar una declaración durante la jornada de ayer, pero finalmente no sucedió. El lunes salió el fallo de la juez en lo civil Silvina Miquel y aunque es favorable, la artista dice que "esto no se termina acá, seguramente el banco hará una apelación pero estoy contenta porque se nos dio la razón no sólo a mí, sino a un equipo de gente que trabajó conmigo, este no es un camino solitario
".

En una nota relacionada que publica el mismo diario Graciela Distéfano - Directora del Espacio Contemporáneo de Arte – plantea un debate interesante:

Creo que en el caso de la obra de Cristina Pérez se reaccionó de manera desproporcionada. Creo que no sólo hay censura sino también autocensura por parte de los espacios de exposición, sobre todo cuando se trata de un banco, que a pesar de tener una ideología progresista se dejó llevar por la queja de algún cliente y el banco no quiso perder ese cliente, eso está claro. Negocios son negocios.
También se abre la discusión sobre los espacios donde se hacen las muestras. Creo que no era el lugar adecuado, fue una concepción voluntarista pero no adecuada. La sala donde transita público que no está por el arte no es el mejor lugar y pasa a ser de cotillón o un adorno de un espacio. Creo que el caso es un disparador sobre otras discusiones. Aclaro que estoy de acuerdo con que el arte se integre a la vida, pero hay que pensar seriamente que lugar se le da.


En primer lugar, la gestión cultural necesita financiamiento y las empresas son una opción posible pero debe haber una coherencia sin cortapisas entre los valores que expresa la gestión y los valores de quien provee los recursos.
Una empresa que cree, como se sostiene, que “negocios son negocios”, no es una buena socia para la gestión cultural. Es un límite que, en términos profesionales, no debiéramos traspasar.
Párrafo aparte merece el accionar de los funcionarios del banco que actuaron como banqueros y, visto los resultados, sin el menor asesoramiento respecto del acto mismo de montar una exposición de arte. Como bien se dice en el artículo citado se opero más desde una concepción decorativa, como quién agrega un jarrón más al mobiliario.
Sin entender que, aunque se pretenda lo contrario, el arte hace más que decorar: revela una concepción del mundo, expone una mirada, culturiza las formas para decirlo rápidamente. Y cultura significa proyecto pero también ideología (cosmovisión) en el sentido más amplio posible.
Y allí está, a mi juicio, la arista más fuerte de este debate, la contradicción entre dos valores igualmente válidos: la libertad de expresión y el respeto a la diversidad.
Una y otro son condición imprescindible de la gestión cultural: no es tal si no contempla ambos valores como centro de su accionar.
¿Cómo hacer convivir símbolos de culturas que pueden estar en contradicción? ¿Cómo respetar la particularidad religiosa sin menoscabar la libertad expresiva del arte?
Creo que Graciela Distéfano aporta una pista interesante: “…hay que pensar seriamente que lugar se le da”
Ese lugar es físico y también simbólico; no es lo mismo la pared del templo que un paredón de libre disponibilidad. Entre uno y otro media la misma distancia que va de la libertad de expresión a la provocación.
Se cultiva la libertad no aceptando censuras de ningún tipo y se cultiva la convivencia no cayendo en la provocación. Siendo claro con el público a quien se dirige nuestra propuesta se cultiva, además, la honestidad intelectual y profesional.
En sociedades democráticas (y aunque imperfecta la Argentina lo es) el arte puede ser militante y aún utilizarse como herramienta política pero no como arma que, por otro lado, ni siquiera parece ser la intención de la artista.
En este caso parece haberse producido una mezcla explosiva: el absoluto desconocimiento de formas elementales de gestión cultural por parte del patrocinador de la muestra más cierto “voluntarismo” de la artista. Y una tremenda torpeza adicional: pretender que la censura resuelva el litigio.

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07 septiembre, 2009

Sistema de información cultural de Chile

El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile ha puesto en marcha su Sistema de Información Cultural. Dice en la portada de su página web:


En este espacio se entregan datos de oferta y demanda de las disciplinas artísticas.
En general los datos están referidos a la identificación del comportamiento regional de cada variable, proporcionando la posibilidad de descarga de información a través de archivos xls, jpg y pdf.
Se utilizaron como fuentes de información para la primera publicación del SIC el anuario “Cultura y tiempo libre, informe anual 2005” y la “Encuesta de Consumo Cultural 2005”, ambos elaborados por el INE en convenio con el CNCA.


Se trata de una herramienta muy útil para quienes nos dedicamos a la gestión cultural ya que permite recabar rápidamente información sobre las actividades culturales y artísticas de ese país.
Entre otra información se destaca la referida a “Cultores y espacios”, “Proyectos en cultura”, “Directorio carreras artísticas” y “Estadísticas e indicadores”.
Particularmente interesante resulta descargar el informe “Fuentes de financiamiento cultural” – formato pdf – que lista los diferentes fondos que pueden gestionar los actores culturales de Chile.

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24 agosto, 2009

La profesionalización de la Gestión Cultural

Las interacciones en la profesionalización en gestión cultural” es el título de un artículo firmado por Alfons Martinell Sempere que publicó la revista Pensamiento Iberoamericano N° 4.
Se repasa allí la evolución de las políticas culturales en el espacio iberoamericano con especial acento en la incidencia de la cooperación cultural en el proceso de profesionalización de este campo de acción.
Una reflexión muy informada – dado el protagonismo del autor dentro de este proceso – que vale la pena leer completa. Particularmente interesante nos resultó la precisión que hace sobre el concepto mismo de gestión cultural:

En este proceso destaca la emergencia de la denominación de “Gestión Cultural” como síntesis de un proceso propio, tanto en América Latina como en la península, influenciado por las denominaciones más anglosajonas o de la propia UNESCO de “administradores culturales”, pero como una nueva misión profesional más pro activa, y política, fruto de un análisis de la realidad cultural contemporánea. Las nuevas políticas no necesitaban de administradores clásicos que actúan dentro del sistema formal y burocrático, sino de líderes para emprender una nueva institucionalidad orientada mucho más hacia el proyecto y a la búsqueda de nuevos fines. El concepto gestor cultural se va incorporando en esta nueva función social sin ignorar otras denominaciones que se utilizan en diferentes países, como promotor cultural, animador
cultural, dinamizador cultural o animador socio-cultural, etc., sino como un esfuerzo para buscar una convención para unos perfiles más profesionales de la intervención en el sector cultural.
(…)
Pero quizás lo más peligroso de estos procesos es la falta de estudios sobre las competencias básicas de los perfiles de la gestión cultural, donde se ha reflexionado muy poco.


Esta diferenciación entre el concepto de administrador o gestor cultural tiene, como sostiene el autor, un componente casi idiomático con el mundo anglosajón pero no solamente.
En el caso de la Argentina la práctica de la gestión cultural – en tanto operación de sentido – tiene una larga tradición histórica que bien puede remontarse a las comunidades originarias.
También pueden citarse las acciones desplegadas por comunidades inmigrantes desde mediados del siglo diecinueve o de los grupos anarquistas primero y socialistas luego que llegan, en algunos casos, hasta nuestros días.
Se trata de una larga historia – sin olvidar los períodos de las luchas independentistas y las guerras civiles que les siguieron – que todavía está por escribirse.
Nos parece que lo distintivo ha sido que en nuestra América, cultura es – como decía Kusch – estrategia de vida. Y entonces la gestión cultural ha ido tomando la forma de la gestación, promoción y proyección de estrategias de vida. Incluida, aunque no solamente, la producción simbólica que da cuenta de ella.
De allí la importancia que ha tomado en algunos autores – Adolfo Colombres o Ticio Escobar por citar algunos – la preocupación por la recuperación de las identidades culturales preexistentes a la colonización europea de esta parte del mundo.
Cierto es también que entre nosotros abundan más las titulaciones que los estudios en profundidad de las experticias necesarias para esos desafíos. Y que abundan iniciativas culturales de todo tipo gestionadas artesanalmente por colectivos de lo más diversos. Una riqueza cultural que no debiera ser desechada en nombre de la profesionalización.
En suma podríamos decir que la profesión está cruzada hoy por prácticas y conceptualizaciones que la enriquecen.
Más allá de que va siendo el tiempo de normalizar el lenguaje que utilizamos para poder precisar las experticias que estamos necesitando formar.

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22 agosto, 2009

Gerenciamiento del cambio cultural

Un artículo firmado por Paúl Rosillón Ruiz en el blog Grandes Pymes repasa las condiciones en que las organizaciones transitan los procesos de cambio cultural:

"Es en este nuevo contexto donde las organizaciones jerárquicas, verticales, se transforman en organizaciones en red, flexibles y dinámicas. La gerencia y la supervisión basadas en la certeza y regidas por reglas, control y obediencia están cediendo paso a un estilo gerencial basado en el manejo de la incertidumbre y orientada a la cohesión por los valores y el compromiso."

Se plantea además una serie de preguntas:

"¿Cómo aprender a procesar los cambios como oportunidad creativa y no como amenaza?¿Cómo ser autónomos y a la vez trabajar en equipos desde la aceptación y el disfrute de la diversidad y de la interdependencia?¿Cómo conjugar la misión organizacional con la misión personal?¿Cómo ser mejores observadores de aquellos elementos de la cultura que deseamos conservar y cuáles deseamos cambiar?¿Cómo comenzar la transformación cultural de una organización cuyos resultados no nos satisfacen?"

Luego de revisar algunos paradigmas habituales sobre los procesos de cambio el autor sostiene:

"Si observamos la organización como una red en la cual interactúan permanentemente pensamientos, emociones y acciones que constituyen la cultura de esa organización, asumimos que el capital humano (intelectual, emocional y ético) alimenta los otros capitales de la empresa porque es el único que puede crear conexión (con la tecnología, con las personas, con el entorno).(…)
Nuestra experiencia nos está demostrando que esta asimilación y esta experiencia de otorgar sentido a la acción, es un proceso que tiene lugar en el interior de cada persona y no puede ser decretado o comprado.
(…)Más que la imposición y trasplante de modelos gerenciales, se requiere la observación del grupo cultural presente en la organización, las creencias y valores que los mueve y que están detrás de su hacer.
(…)
Toca, entonces, al gerente que desea liderar cambios culturales en su organización, desarrollar competencias para trascender su rol de supervisor, de controlador, de planificador, de productor y asumir un rol de “coach” capaz de generar un tipo de conversación que permita mostrar a otros aquellos elementos que no son tangibles (confianza, confiabilidad, compromiso, motivación) pero que, por su presencia o su ausencia, pueden convertirse en fuerzas impulsoras o restrictivas para el logro de los resultados que la organización desea alcanzar …
"

El artículo está orientado al mundo de la empresa pero es perfectamente replicable para organizaciones de cualquier tipo. Por otra parte es interesante ver cómo la reflexión sobre la interrelación personas – culturas va ganando terreno en campos que antes estaban reservados a otros discursos disciplinares.
La cultura es un fenómeno social e histórico; requiere de liderazgos (el gerente – coach, en este caso) pero se sustenta en colectivos que crean y recrean permanentemente sus valores, símbolos, mitos y compromisos para decir lo obvio.
Gestionar el cambio cultural supone hacer foco en ese sujeto social e histórico que cómo bien dice el artículo: alimenta los otros capitales de la empresa porque es el único que puede crear conexión. Y eso ya es cultura, estrategia de vida, decía Kusch.

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